POEMAS DESDE EL ANONIMATO
(poemario inacabable)
***
II
Es posible que dentro de los armarios habiten torbellinos
con todas sus nostalgias de ciudad y sus hojas caídas.
No lo sé, pero en los últimos instantes en que el día se detiende
en sus sombras de parque o colegio vacío
se me ciega la boca si tú duermes.
Así de simple:
cuando callas, una música desterradora me inunda
como un viaje.
***
III
Suéñame con las palabras de siempre,
de saberme otro en ti y dentro de tus horas nocturnas
iguales que tormentas venideras, hasta que ya no puedan
los jardines ajenos
ponernos la mirada en el olvido
Suéñame sin serme yo, para que así me sueñes:
te seré tan real y humano como las horas estas
en que llega la noche.
***
IV
Me revives palmo a palmo, con la naturalidad
inusitada de la aurora de un jueves.
Estás conmigo y yo lo sé, tan cerca como nunca,
ya lo sé. Pero aún así, no me abandones por las callejas
oscuras del olvido. Eso me basta.
***
V
Aunque nos roben la diminuta porción de historia
que nos corresponde. Y nuestros abuelos no se puedan
rebelar desde sus fosas comunes,
la patria se nos vuelve del revés, tanto, que el futuro
nos mira con su ceño fruncido.
A Carlos, y a su abuelo.
El día que mi amigo Carlos G. García me dijo que su abuelo había muerto, se removieron, quizás, todas las nostalgias y las ilusiones perdidas de aquellos que su destino no fue otro que el del anonimato. Me contó también que, en secreto, con el silencio con que se horadan las verdades sobre el mármol frío de la historia o con el que se acometen las grandes hazañas, introdujo en su féretro la bandera de un país inexistente, extinguido, del que apenas los rescoldos últimos dejan verse en el tiempo helado de las madrugadas de invierno. Por ello, terminé de escribir estos poemas, a quienes dedico, porque el anonimato a veces encierra nombres en mayúscula, historias por contar o versos con los que vencer la tiranía del silencio.
***
I
Sólo tenemos este nombre de los silenciados minutos
y sus horas atardecidas. El silencio nos llega en el destiempo
de nuestro anonimato de dos por la mañana.
Y basta para comenzar a ver el aire que nos roza las manos.
Basta para darnos el nombre que nos niega
el olvido y sus destierros.Ya nos basta:
con sabernos a la medida del cuerpo nuestro y sus otoños.
Vale la tarde en su vestido de violetas
girando el mundo con sus fantasmas y todo.
Ha empezado el sur a devorarnos con sus firmezas
de perro desatado. Escucha su viento intercalado
porque se llama noviembre y llueve,
como nunca.
Sólo tenemos este nombre de los silenciados minutos
y sus horas atardecidas. El silencio nos llega en el destiempo
de nuestro anonimato de dos por la mañana.
Y basta para comenzar a ver el aire que nos roza las manos.
Basta para darnos el nombre que nos niega
el olvido y sus destierros.Ya nos basta:
con sabernos a la medida del cuerpo nuestro y sus otoños.
Vale la tarde en su vestido de violetas
girando el mundo con sus fantasmas y todo.
Ha empezado el sur a devorarnos con sus firmezas
de perro desatado. Escucha su viento intercalado
porque se llama noviembre y llueve,
como nunca.
***
II
Es posible que dentro de los armarios habiten torbellinos
con todas sus nostalgias de ciudad y sus hojas caídas.
No lo sé, pero en los últimos instantes en que el día se detiende
en sus sombras de parque o colegio vacío
se me ciega la boca si tú duermes.
Así de simple:
cuando callas, una música desterradora me inunda
como un viaje.
***
III
Suéñame con las palabras de siempre,
de saberme otro en ti y dentro de tus horas nocturnas
iguales que tormentas venideras, hasta que ya no puedan
los jardines ajenos
ponernos la mirada en el olvido
Suéñame sin serme yo, para que así me sueñes:
te seré tan real y humano como las horas estas
en que llega la noche.
***
IV
Me revives palmo a palmo, con la naturalidad
inusitada de la aurora de un jueves.
Estás conmigo y yo lo sé, tan cerca como nunca,
ya lo sé. Pero aún así, no me abandones por las callejas
oscuras del olvido. Eso me basta.
***
V
Aunque nos roben la diminuta porción de historia
que nos corresponde. Y nuestros abuelos no se puedan
rebelar desde sus fosas comunes,
la patria se nos vuelve del revés, tanto, que el futuro
nos mira con su ceño fruncido.
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4 comentarios:
¿Acaso Carlos no ha leído esta página? ¿Es que no se siente contento por la dedicatoria y por honrrar la memoria de su abuelo?
Respuesta de Luis Quiñones:
Estimado lector anónimo. El bueno de mi amigo Carlos, a quien no sé si conoces, me lo agradeció personalmente. Tanto él como su abuelo son merecedores de mis palabras, porque he conocido a buena gente, pero como ellos creo que pocos hay en este mundo agitado y, a veces, hostil. Gracias por tu interés y por tu comentario, pero Carlos sabe que no es agravio alguno el no comentar estos poemas aquí... Pues sé de sobra que su amistad yo la tengo y que la mía es suya desde hace ya muchos años.
Un fuerte abrazo y gracias por tu visita sincera.
No era mi intención ni mucho menos el ofender ni a tu amigo ni a ti. Mi comentario simplemente tenía la intención de provocar un agradecimiento en público de él hacia tu gran detalle de dedicatoria (desde mi humilde opinión). Pero lamento mucho haberte causado trastorno alguno.
Respuesta de Luis Quiñones
Estimado amigo:
No me has causado ningún trastorno en absoluto. Todo lo contrario. Agradezco sinceramente que dejes tu huella por aquí, y que te tomes la molestia de leer mi blog. Por cierto, ¿tienes tú también blog? Ojalá podamos seguir en contacto, un saludo afectuoso.
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