viernes, 19 de enero de 2024

AUTOBIOGRAFÍA: Volverás... 


No lo digo yo; lo dice un verso que escribió Miguel Hernández: "Volverás a mi huerto y a mi higuera", y aquel poema, convertido en uno de los más hermosos de nuestra literatura, lo publicó en un libro excepcional, quizás uno de los mejores poemarios de nuestro siglo XX, El rayo que no cesa. Esta es la higuera antigua a cuya sombra protectora quiso esperar el regreso de su amigo. He vuelto este año a la casa de Miguel en Orihuela (su pueblo y, por extensión, también el mío: y también el de todos). 

Leo con asombro, perplejo y aterrorizado, en la prensa, que la Alcaldía de este pueblo, ha intentado dejar sin dotación económica el premio de poesía anual que lleva el nombre de uno de los poetas más grandes que ha dado nuestra lengua. Su concejal de cultura lo ha intentado, aunque parece que el alcalde ha rectificado esta decisión, empujado por la ola de indignación que suponía borrar el nombre de Miguel de un premio destinado a conmemorar su figura, vivificar todos los años su recuerdo y promover el amor por la escritura. Ahora dicen que es un error, que nunca quisieron acabar con el premio, ni desplazar al olvido el nombre del vecino más ilustre de Orihuela. 

Sería mucho pedirle al concejal de cultura que conociera la obra de este poeta, más allá de la propaganda y los atávicos odios que motiva para algunos aún su figura. La normalización del desprecio ha convertido en natural que alguien tan inepto adquiera ya no cotas de poder, sino cargos en los que la ciudadanía pueda verse representada. Podrá representar lo que quiera, pero no representa el espíritu de una sociedad democrática y avanzada que debe preservar, por encima de todo, la cultura. Miguel Hernández es cultura y cultura viva, lo es cada vez que abrimos un libro suyo o leemos su poesía en voz alta, sí, en voz alta, para que quede claro que los poetas son viento del pueblo. 

Algo parecido e igual de sombrío protagonizó hace no mucho el alcalde de Madrid, cuyo sueldo no solo pagan sus votantes. Retiró unos versos de Miguel Hernández que estaban en un memorial del Cementerio de la Almudena conmemorando a las víctimas que fueron fusiladas en sus tapias. La poesía del poeta de Orihuela sigue siendo motivo de polémica al parecer. La verdadera Transición vendrá cuando esta gente decida leer con otros ojos la hermosura de sus versos y despojarse la mirada de prejuicios ideológicos de colegio de monjas de postguerra. 

Esta gente olvida que Miguel Hernández es un poeta luminoso, que convoca la voz del pueblo porque él mismo supo pertenecerle y cantarle. Extraordinario en el soneto y extraordinario en el verso libre: inteligente, gongorino y también nerudiano, profundo y festivo. Universal: nunca las cebollas destilaron tanta humanidad y humildad como cuando puso en ellas su voz y su talento. Miguel Hernández fue un poeta excepcional y un hombre honesto, que convirtió la tragedia de su vida y el abandono al que lo condenaron para dejarle morir, en poesía. A Miguel se le recuerda por esto; quienes intentan decididamente borrar su nombre, de aquí a unos años, no serán nada más que el pasto mediocre del olvido. El "árbol carnal, generoso y cautivo" de sus versos ha echado raíces y va a ser difícil arrancarlo.