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martes, 18 de enero de 2022
Siento la ambigua emoción de los primeros momentos, esa que es difícil expresar, sobre todo cuando sostengo entre mis manos este pequeño libro que es la quinta obra que publico. Otro sueño cumplido, pero huyendo de las ficciones. Un ensayo quizás no sea el mejor modo en que un escritor cuenta los sueños que han poblado sus noches y sus días, aunque es verdad que en un ensayo sobre literatura no se abandona rotundamente lo ficcional. Imaginación y realidad se entretejen en este manual atípico y antiacadémico para extender la lectura de los clásicos más allá de los empolvados tratados filológicos.
Decir ensayo tiene la resonancia de una credibilidad vetusta: Unamuno, Ortega, d'Ors. Y quería también bordear otras palabras, las de Baroja, Umbral, o las de Umberto Eco. No busco asombrar, sino desvelar. Pero no con los desvelos de Cervantes, sino en los de la clarividencia de románticos, fanáticos del punk o sonrosados escritores edulcorados con la pulcritud de la delicadeza burguesa. Humanistas y rockeros, galdosianos y burócratas soviéticos se mezclan en estas páginas. Y entre todos ellos, esta oveja pasta en un campo dulcísimo y reinvidica su condición de lectora que rehúye de academicismos, de lugares comunes para encontrar en los clásicos las respuestas que nos hagan entender mejor estos tiempos que corren.
La precariedad laboral, el desclasamiento social, los futuros terrores de los fascismos venideros, las mentiras de los medios de comunicación, la mal entendida cultura de las masas puestas al servicio del consumismo obsceno son, entre otros, los asuntos contra los que nos puede prevenir la literatura si la leemos con los ojos del pasado puestos en el presente. La palabra escritura es alarma y precaución. Las ovejas negras se salen del rebaño para utilizar la perspectiva, la distinción, la formación, la educación y los libros para ser, ante todo, voces en la conciencia de este desconcienciado mundo basura.
Y así, como una batalla dialéctica contra los necios, los mentirosos, los manipuladores, los padres del pensamiento único y la corrección política pasta esta oveja con la indiferencia de un bovino no necesita decir palabra alguna para mirar escéptica la realidad que nos rodea.