miércoles, 21 de mayo de 2008


AUTOBIOGRAFÍA (LV) - Sobra la poesía
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(fotografía: archivo personal)


La ignorancia siempre tiene la forma del desprecio. Y la maldad también, que además suele ejercerse en dirección descendente: desde los de arriba a los de abajo, que tenemos la doble desgracia de serlo doblemente: porque somos los de abajo y porque difícilmente nos podemos defender del abuso que, como la maldad, también nos llega desde lo alto. Y quienes mejor saben esto son los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, cuyo gobierno autonómico hace gala de aquella máxima machadiana en la que nos recordaba eso de que los españoles despreciábamos cuanto ignoramos.

Y hoy me hubiera querido rebelar ante esa verdad honda y trágica. Porque hoy visto mucho saber, sabiduría de la buena y auténtica, la de todos aquellos que queremos seguir aprendiendo más para enseñarlo. Sí, he dicho “saber”, que es el verbo que se opone a la maldad del desprecio y la ignorancia.

Vuelvo a Madrid: a la tarde tormentosa de los mayos que se resisten al perseverante calor de los veranos. Y hablo de que, desde la Plaza de Colón hasta la Puerta del Sol, hemos sido 50.000 los profesores de secundaria y maestros que hemos protestado públicamente. Jamás Esperanza Aguirre pensó reunir tanta sabiduría: filósofos, biólogos, filólogos, ingenieros, físicos, químicos, historiadores, matemáticos y maestros… todos reunidos para explicar que nosotros poseemos otro tipo de altura, la que nos proporciona el haber leído a los poetas antiguos y a los modernos. El don de la ebriedad que otorga el verbo “saber” frente al de privatizar y ningunear a los que nos empeñamos en mejorar el mundo que los de arriba han jodido y están jodiendo. Sobra la poesía.

Esperanza Aguirre ha cedido 600.000 metros cuadrados de suelo público para escuelas e institutos privados y concertados. Esta es la antepenúltima comunidad autónoma en inversión educativa. Cede colegios públicos a empresas privadas (los de siempre). Concierta etapas no obligatorias como el Bachillerato y la Formación Profesional (el I.E.S Palomeras-Vallecas ha perdido un curso de Bachillerato y un Ciclo Formativo, que impartirá un colegio concertado en un nuevo barrio de Madrid). No ha puesto en marcha las guarderías que dijo que iba a hacer, en beneficio de un “cheque-guardería” para que los “pobres” se paguen una escuela infantil privada. Gracias a Esperanza Aguirre, los profesores de la Comunidad de Madrid somos los quintos peor pagados de toda España, y soportamos a diario unas condiciones penosas de trabajo (en mi propio centro educativo solo tenemos una impresora en mi departamento, en el que trabajamos ocho profesores, por no hablar de la condescendencia con que se trata a cierto alumnado, no vaya a ser que se nos marchen al colegio de enfrente…). La inversión privada y concertada ha crecido en solo este año un 123%, entre otras muchas cosas…

Y mientras tanto, hay quien todavía duda de las razones, se justifica con buenas maneras y merodea resquicios absurdos para ir a trabajar con la mansedumbre de un oficinista de tercera de antaño: ¿qué es lo que le enseñarían en la universidad a los que profesan la calma de la normalidad? ¿Cómo no rebelarse ante este ominoso desmantelamiento de la Enseñanza Pública en la Comunidad de Madrid?

Volveremos a hacer huelga, volveremos a salir a la calle y a gritar en favor de lo único que nos puede hacer más libres, críticos y mejores: en defensa de la enseñanza pública y en defensa de la dignidad que ha perdido nuestra profesión por culpa de los de arriba y por culpa de aquellos que, olvidando que pertenecen al mundo de los de abajo, asienten y callan bienacomodados sin hacer nada. Sobra la poesía.
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Recomiendo la lectura "Privatización del aire". (pincha sobre el título)


viernes, 9 de mayo de 2008

AUTOBIOGRAFÍA (LIV) - Los honestos y el vino


(fotografía: archivo familiar Salces)

Su protagonista dirá de sí que no se conoce, especialmente hoy que añade a su lista un año más. Dirá, quizás, que no se reconoce, porque no es lo mismo conocerse que reconocerse. Y este hombre bien que se conoce, estoy seguro. Aquí era tan solo un muchacho que acarreaba cabritas a lomos de un manso burro que, no yerro, afirmaría que ceceaba dulcemente. Un platero traído desde hace más de treinta años, para, con los suaves rebuznos de su trote, recordarnos que los honestos, suelen ser como los vinos: mejores cuantos más años pesan sobre él.

Dicho de otro modo. El bueno de este muchacho, hermano intermedio de una larguísima lista, no pierde el idealismo ni el verbo; le sobra seriedad provinciana en la misma proporción que afilado humor sano. Así por lo menos lo veo yo, mientras las casitas de paredes pudorosamente encaladas pasan tras él, y resuenan los cascos del asno sobre los adoquines, acompañados del ruidoso ir y venir de las cabritas.

Militancia, mili en Madrid, un huerto y un mesto de tronco hueco evocado con sabia poesía, se acumulan en la pequeña habitación donde rastrea diccionarios, al calor del brasero que, como un resto de antaño, calienta los pies bajo el ordenador (también los escritores cambian con el tiempo).

Una frase: “Si no vives como piensas, acabarás pensando como vives”. La pintó en un pizarrón que cuelga del cobertizo donde guarda sus aparejos, homenajeando al anónimo filósofo, autor de esta verdad inmensa. Y, supongo, la recuerda cada día porque nunca supieron de este lema quienes esquirolean, usurpan las alegrías ajenas o malmeten contra el prójimo. Por eso decía que los honestos nunca dejan de serlo, como los que cometen felonías. Y por último: reivindica el monte de Venus con la alegría con que amanece por el Sur, que ya es bastante, viendo por dónde circula hoy el mundo.

Brindemos, pues, por los que también nos recuerdan lo que somos. Hagámoslo con el vino rescatado y agrio de las tabernas en las que se convocan los buenos. Con las ventanas abiertas, para que se pueda escuchar el clocloc de las honradas pezuñas del pollino, montado esta vez por don Quijote. Vale.

(A Pruden, por su felicidad, que también es la nuestra).