(fotografía: archivo personal)
Y hoy me hubiera querido rebelar ante esa verdad honda y trágica. Porque hoy visto mucho saber, sabiduría de la buena y auténtica, la de todos aquellos que queremos seguir aprendiendo más para enseñarlo. Sí, he dicho “saber”, que es el verbo que se opone a la maldad del desprecio y la ignorancia.
Vuelvo a Madrid: a la tarde tormentosa de los mayos que se resisten al perseverante calor de los veranos. Y hablo de que, desde la Plaza de Colón hasta la Puerta del Sol, hemos sido 50.000 los profesores de secundaria y maestros que hemos protestado públicamente. Jamás Esperanza Aguirre pensó reunir tanta sabiduría: filósofos, biólogos, filólogos, ingenieros, físicos, químicos, historiadores, matemáticos y maestros… todos reunidos para explicar que nosotros poseemos otro tipo de altura, la que nos proporciona el haber leído a los poetas antiguos y a los modernos. El don de la ebriedad que otorga el verbo “saber” frente al de privatizar y ningunear a los que nos empeñamos en mejorar el mundo que los de arriba han jodido y están jodiendo. Sobra la poesía.
Esperanza Aguirre ha cedido 600.000 metros cuadrados de suelo público para escuelas e institutos privados y concertados. Esta es la antepenúltima comunidad autónoma en inversión educativa. Cede colegios públicos a empresas privadas (los de siempre). Concierta etapas no obligatorias como el Bachillerato y la Formación Profesional (el I.E.S Palomeras-Vallecas ha perdido un curso de Bachillerato y un Ciclo Formativo, que impartirá un colegio concertado en un nuevo barrio de Madrid). No ha puesto en marcha las guarderías que dijo que iba a hacer, en beneficio de un “cheque-guardería” para que los “pobres” se paguen una escuela infantil privada. Gracias a Esperanza Aguirre, los profesores de la Comunidad de Madrid somos los quintos peor pagados de toda España, y soportamos a diario unas condiciones penosas de trabajo (en mi propio centro educativo solo tenemos una impresora en mi departamento, en el que trabajamos ocho profesores, por no hablar de la condescendencia con que se trata a cierto alumnado, no vaya a ser que se nos marchen al colegio de enfrente…). La inversión privada y concertada ha crecido en solo este año un 123%, entre otras muchas cosas…
Y mientras tanto, hay quien todavía duda de las razones, se justifica con buenas maneras y merodea resquicios absurdos para ir a trabajar con la mansedumbre de un oficinista de tercera de antaño: ¿qué es lo que le enseñarían en la universidad a los que profesan la calma de la normalidad? ¿Cómo no rebelarse ante este ominoso desmantelamiento de la Enseñanza Pública en la Comunidad de Madrid?
Volveremos a hacer huelga, volveremos a salir a la calle y a gritar en favor de lo único que nos puede hacer más libres, críticos y mejores: en defensa de la enseñanza pública y en defensa de la dignidad que ha perdido nuestra profesión por culpa de los de arriba y por culpa de aquellos que, olvidando que pertenecen al mundo de los de abajo, asienten y callan bienacomodados sin hacer nada. Sobra la poesía.