AUTOBIOGRAFÍA (LIII) - Madrid y una novela
(fotografía: A. Salces)
Otra fotografía que surge como de un sueño cumplido, de otro
más, y que se espera con la furtiva emoción de quien busca un regalo que sabe
escondido o de quien espera una carta con la noticia de un reencuentro. Y así
es esta fotografía de Madrid, desde lo alto, un atardecer caluroso de julio,
sobre el fondo de los viejos edificios que querían ser París en el cruce de la
Gran Vía con Alcalá. Un naranja
aparece con su primera brisa que hace más ligero el calor y uno piensa en que
ojalá fuera otoño.
Así es como se espera que el sueño se haga realidad: una vez
más la literatura, igual que una borrosa estampa imaginada que uno solo puede
compartir con los buenos amigos, con una sonrisa entre temerosa y llena de
nervios. Demorando con pueril energía el paso de las semanas, convivo con la
paradoja de no parar de esperar el verano todo el año y estar deseando ahora
que llegue el otoño como pocas veces.