sábado, 25 de enero de 2014

AUTOBIOGRAFÍA - Esperar nunca fue indigno.


(fotografía Á.S.)

Cuando uno vive en el paraíso personal de haber publicado su segunda novela, tiene las ganas de seguir escribiendo, sobre todo. Sin embargo, cuando acaba otra novela que ya espera corrección, relectura y reflexión, siente el extraño vacío de la pérdida de ese paraíso. Desterrado de nuevo, es difícil no sentirse en los comienzos del tiempo y de la historia. Una pila de folios aguarda nadie sabe qué y comienza una vez más la búsqueda de editor, de editorial o de concurso. Mi escepticismo crece, no lo puedo ni quiero evitar, y atormenta pensar que estas otras vidas pueden quedarse por el camino de otras muchas, guardadas en un cajón o solamente perdidas en el olvido.  

Es la primera vez que escribo una vida prestada. Una historia que no es la mía. Yo solamente tropecé con la vida de Oswaldo y esta, que me ha llevado muchos meses de insomnio, es su biografía: me la ha ido contado poco a poco durante infinitos días de encuentros y de entrevistas. El libro se lo debo a él íntegramente. Solo queda que se abra alguna puerta, que alguien quiera leerla para comprender por qué los fantasmas que llevamos dentro a veces nos hacen ver las cosas desde ángulos imposibles o inimaginables.

Me consta que están hartos de manuscritos: amontonados los he llegado yo a ver en editoriales, que permanecen cerradas como si estuvieran en unas prolongadas vacaciones de verano o hasta nuevo aviso. La crisis, el copago editorial, distribuciones tontas, editores sin demasiado interés, traducciones de otras lenguas, supuestos best-sellers o simplemente jugadores profesionales, que trampean con las ilusiones de escritores incautos, pueblan el panorama literario español en ese submundo del "he escrito un libro y quiero publicarlo". Que no cunda el pánico, pero hoy en día ni a Márquez le hubieran leído un manuscrito, porque prefieren publicar novelas de vampiros. O, en el mejor de los casos, le hubieran ofrecido una coedición, como mucho. Publicar es estrechar los círculos, entablar lazos, hacer vida social, nada más: estar en el circuito. A veces, lo menos importante es qué escribir o cómo hacerlo. Que un libro esté publicado no significa ni siquiera que sea una obra decente, solamente que su autor se haya sabido mover como pez en el agua editorial.  

Aquí tengo los folios amontonados en una pereza de sábado por la tarde con frío. Nunca he sabido qué hacer llegado a este punto de la historia. Terminada una novela, uno experimenta el paroxismo de la indefensión. ¿Qué hacer?, ¿por dónde continuar? Se lo llegué a preguntar a Oswaldo, siempre atento, y ni siquiera él me supo responder. Supongo que como otras novelas, tendrá que esperar en el cajón de los papeles revueltos a que una casualidad la saque de su paciente sombra.

Los hay a miles: grandes y buenos escritores, escritorzuelos, novelistas ventajosos, buenos poetas y poetillas del tres al cuarto, mediocres listos y listos muy mediocres, arrivistas de todo pelaje, honestos escritores y deshonestos subidos de tono y desinhibidos con la tontuna del Instagram. Todavía no sé en qué categoría meterme, y difícilmente lo sabré. Espero a las puertas de una tercera oportunidad, como si aguardara con mi cartilla de racionamiento que me den un kilo de café o de azucar; y esperaré hasta que me toque otra vez y hasta que el frío de este sábado se calme un poco y empiece a entrar la primavera, que siempre es mejor que el invierno, con mi tercera novela bajo el brazo. Nunca esperar fue indigno. 

7 comentarios:

Mario García dijo...

Hace dos minutos de la publicacion . Casi la pillo al instante jajaja . Como siempre , impresionante , un ejemplo para la literatura española

Salvador Navarro dijo...

Yo voy por la quinta, Luis, y comparto la misma sensación que tú. Es un empezar siempre de nuevo. Poco importan las múltiples reseñas de obras anteriores o la calidad de tu historia. El editor juega con las ilusiones de quienes escribimos con estrategias mezquinas, y tal vez nosotros seamos parte también del problema... nuestra vanidad, ésa que nos hace querer publicar a cualquier precio

Luis Quiñones Cervantes dijo...

Estimados amigos: Gracias Mario, por tu comentario. Se agradece. Salvador,gracias por participar también: pero la vanidad tiene el precio que tiene. No es indigno esperar una oportunidad. Publicar no lo es todo. Lo importante es leer y escribir. Seguir haciéndolo.

Mario García dijo...

Ahora ya , desde un punto de vista más serio no puedo opinar como es todo tras publicar una novela pero si como es al empezar la primera .

Miles de ideas y pensamientos . Empezar con una novela y dejar otra a medias hasta que encuentras la que te llena de verdad y eso es bajo mi punto de vista lo bonito de escribirlas y no el si te las publicarán o no que al fin y al cabo solo es el punto de vista de una persona .

Luis si tienes un rato y quieres pasate a echar un vistazo , tengo una reseña sobre este tema :
http://diariosdelaadolescencia.blogspot.com.es/

Luis Quiñones Cervantes dijo...

Mario, amigo, lo importante no es publicar. Esa es la meta, pero la carrera empieza con la escritura. Leyendo ahora a Cortázar (te sonará) dice: "Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago...". Quizás no hay que plantearse otra cosa que la de escribir por el propio placer de la escritura, como ocurre con la lectura: uno lee por el placer de leer, y ambas cosas son las dos caras de la misma moneda. Seguiré tu blog, no lo dudes. Impresionante el post del 25 y qué buena reflexión. Yo también pensé un poco lo mismo cuando me enteré de la noticia.

Luis Quiñones Cervantes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Quiñones Cervantes dijo...
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