viernes, 30 de marzo de 2007

AUTOBIOGRAFÍA (XX) - La pequeña propaganda


(Fotografía: familia Valle Bascón)

Bien mirado medio siglo no es más que la edad madura de los hombres de hoy: cincuenta años, a los que habría que restar los primeros de la vida, ese lugar adonde la memoria se resiste aunque aquellos acontecimientos no sean menos nuestros que los de ayer mismo. Pues bien, algo más de cincuenta años solamente tiene esta fotografía de técnica esmerada, que sirvió de pequeña propaganda de un dictador pequeño. Porque aunque en aquellos años el hambre era lo único que no escaseaba, y el campo se debatía entre la sequía y los barbechos, Rafalito, que así me cuentan que se llama el protagonista de este retrato, fue modelo de robustez española, de sanísima infancia rolliza y bien alimentaba, a pesar de las carencias y las vacunas. Tanto sorprendió la fornida y oronda presencia de este recién nacido, que hubo quien juzgó que habría que mostrárselo a esa media España hambrienta, por si cabían dudas. Y fue en el NO-DO donde se hicieron eco de la semblanza hermosa y nacional de este bebé que nunca pensó que sería postal y anuncio en todos los cines del país.

Siempre ha sucedido así: bien por unos o por otros (y aún sigue ocurriendo), los más indefensos tienden a ser las víctimas sin delito de los que además, por desgracia, suelen ser los vencendores. Probablemente, este buen hombre, amigo y familiar de mi familia, no lo recuerda o lo hace explicándolo con aquello que durante toda la vida le han contado entre las bromas y las palabras sinceras de los hombres de campo. Bien alimentado y con una mirada impropia de un bebé, trasciende desde los lejanos tiempos en que aún yo no había nacido, cuando la salud, si escaseaba, solía ser desgracia familiar segura. Pero no fue el caso. Rafalito conserva la energía merecida del trabajo y del aire sano (que también escasea) en nuestros días. Quizás porque el terruño siempre ha sido más saludable que las tercas ciudades dormitorio.