tag:blogger.com,1999:blog-80873701944652078262024-03-13T15:03:22.278+00:00Autobiografía por escribirLuis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.comBlogger140125tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-42141750871790097542024-02-09T18:33:00.004+01:002024-02-09T19:25:01.533+01:00<div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA: Refugio de escritores</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBTjw-n9TgM9X1RtNzRlSif95fuwlw7PUGzVH2_93fYiX4-8FsL7SM59CCW8wqAp1mQPxAtxTpb-L72s5tvV-D1fjrFsRtzibxRvM000XGfZ5VwJ-qliigPwVmoipjyyA85PKsvGb7SRBOQ2RcrvQtPZh3Agaq4axeQUwNttG4DN3RfGnGyoY1bSB1ZeWQ/s526/426722896_4036951893200259_2628420502753905628_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="526" data-original-width="526" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBTjw-n9TgM9X1RtNzRlSif95fuwlw7PUGzVH2_93fYiX4-8FsL7SM59CCW8wqAp1mQPxAtxTpb-L72s5tvV-D1fjrFsRtzibxRvM000XGfZ5VwJ-qliigPwVmoipjyyA85PKsvGb7SRBOQ2RcrvQtPZh3Agaq4axeQUwNttG4DN3RfGnGyoY1bSB1ZeWQ/s320/426722896_4036951893200259_2628420502753905628_n.jpg" width="320" /></a></div></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;"><br /></span></b></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;">El oficio del escritor ahora no es otro que buscar refugio. Y ese refugio se sustancia inevitable en la belleza. Incluso en estos días en que el plomizo color del cielo inunda la ciudad desprovista de abrigo, repentino frío que proviene de lejanas latitudes y de vaivenes climáticos insospechados, existe siempre una grieta por la que se entromete una hermosura que es, a veces, repentina o inesperada. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;">Cansados del griterío unánime, de la torpeza brutal de los políticos, de la zafiedad enclaustrada de los colegios en los que nos ganamos la vida como podemos, el escritor encuentra en la palabra, en la consonante y en el verbo exacto el resquicio a través del cual la poesía se asoma en su encuentro con la página en blanco. Aburre la mezquina suciedad del grito, de la burocracia deforme, del trámite vulgar en que vivir se convierte con su monótona música ruidosa en un sobrevivir diario. Mientras explico la sutilezas de un soneto, el grosero murmullo y la estúpida suficiencia embebida de la ignorancia se muestran despectivos con aquello que no se entiende. Decía Machado que el español desprecia cuanto ignora. Y Juan Ramón, más sutil: "Belleza que yo he visto / ¡no te borres ya nunca!". Cuando sabemos apreciar lo hermoso, su impronta se queda para la eternidad con nosotros, como si fuera una energía transformadora de lo que somos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;">Los españoles están educándose en la rudeza, en la torpeza de la lengua a trompicones, en el consentimiento de la mala educación, en la tolerancia hacia el violento zarandeo del gañán. Hasta las consabidas doctrinas políticas han reducido su discurso al like, al emoticono y a los eslóganes burdos. Si los escritores no nos rebelamos contra esta ola de olor nauseabundo, también nos devorará a nosotros. La insensibilidad hacia lo bello no es solamente fracaso, es también connivencia con lo horrible, tolerancia hacia lo sucio, indiferencia ante el dolor de los demás e incomprensión hacia el que sufre la desdicha. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444;">Nunca he sido partidario de los paraísos artificiales, ni los defiendo como ejemplo de aciertos literarios. No he encontrado jamás el refugio en ellos. No sé quién, pero nos están condenando al ostracismo y, otra vez, al exilio: exilio de interioridades. Renunciar a la belleza del mundo es también renunciar a la verdad, a la justicia, al amor, a la sabiduría. Lo es desde los tiempos de Platón, pienso: y si hemos de refugiarnos ante la incomprensión generalizada, no puede ser que solamente hablemos en nuestros poemas y en nuestras novelas. Tendremos que levantar la voz para que nos escuchen, aunque no entiendan lo que digamos. </span></div><div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-86537529597499534522024-01-19T10:19:00.077+01:002024-01-20T00:39:11.828+01:00<div style="text-align: center;"><span style="color: red;"><b>AUTOBIOGRAFÍA: Volverás...</b> </span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: red;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTguU8MTilP2oFTBzz4I9If9TjTxARdbcqR-4Hk3lxcZGz5zDoe2p30b0qqdw6OgJ-jJwaRbBFapOlPAxNBm2qZ0tMKtJk_N2TfBj8I7pGvdZiZAlzWWaaB-qBa9wsXW70z9f5Uu4n4oDa1KqPEmk6MIYPLHZZLRdymxXJFZ7t6q4EQt4GxsE6xbi00efQ/s655/Captura%20de%20pantalla%20-2024-01-19%2009-54-12.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="655" data-original-width="655" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTguU8MTilP2oFTBzz4I9If9TjTxARdbcqR-4Hk3lxcZGz5zDoe2p30b0qqdw6OgJ-jJwaRbBFapOlPAxNBm2qZ0tMKtJk_N2TfBj8I7pGvdZiZAlzWWaaB-qBa9wsXW70z9f5Uu4n4oDa1KqPEmk6MIYPLHZZLRdymxXJFZ7t6q4EQt4GxsE6xbi00efQ/s320/Captura%20de%20pantalla%20-2024-01-19%2009-54-12.png" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">No lo digo yo; lo dice un verso que escribió Miguel Hernández: "Volverás a mi huerto y a mi higuera", y aquel poema, convertido en uno de los más hermosos de nuestra literatura, lo publicó en un libro excepcional, quizás uno de los mejores poemarios de nuestro siglo XX, <i>El rayo que no cesa</i>. Esta es la higuera antigua a cuya sombra protectora quiso esperar el regreso de su amigo. He vuelto este año a la casa de Miguel en Orihuela (su pueblo y, por extensión, también el mío: y también el de todos). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Leo con asombro, perplejo y aterrorizado, en la prensa, que la Alcaldía de este pueblo, ha intentado dejar sin dotación económica el premio de poesía anual que lleva el nombre de uno de los poetas más grandes que ha dado nuestra lengua. Su concejal de cultura lo ha intentado, aunque parece que el alcalde ha rectificado esta decisión, empujado por la ola de indignación que suponía borrar el nombre de Miguel de un premio destinado a conmemorar su figura, vivificar todos los años su recuerdo y promover el amor por la escritura. Ahora dicen que es un error, que nunca quisieron acabar con el premio, ni desplazar al olvido el nombre del vecino más ilustre de Orihuela. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sería mucho pedirle al concejal de cultura que conociera la obra de este poeta, más allá de la propaganda y los atávicos odios que motiva para algunos aún su figura. La normalización del desprecio ha convertido en natural que alguien tan inepto adquiera ya no cotas de poder, sino cargos en los que la ciudadanía pueda verse representada. Podrá representar lo que quiera, pero no representa el espíritu de una sociedad democrática y avanzada que debe preservar, por encima de todo, la cultura. Miguel Hernández es cultura y cultura viva, lo es cada vez que abrimos un libro suyo o leemos su poesía en voz alta, sí, en voz alta, para que quede claro que los poetas son viento del pueblo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Algo parecido e igual de sombrío protagonizó hace no mucho el alcalde de Madrid, cuyo sueldo no solo pagan sus votantes. Retiró unos versos de Miguel Hernández que estaban en un memorial del Cementerio de la Almudena conmemorando a las víctimas que fueron fusiladas en sus tapias. La poesía del poeta de Orihuela sigue siendo motivo de polémica al parecer. La verdadera Transición vendrá cuando esta gente decida leer con otros ojos la hermosura de sus versos y despojarse la mirada de prejuicios ideológicos de colegio de monjas de postguerra. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta gente olvida que Miguel Hernández es un poeta luminoso, que convoca la voz del pueblo porque él mismo supo pertenecerle y cantarle. Extraordinario en el soneto y extraordinario en el verso libre: inteligente, gongorino y también nerudiano, profundo y festivo. Universal: nunca las cebollas destilaron tanta humanidad y humildad como cuando puso en ellas su voz y su talento. Miguel Hernández fue un poeta excepcional y un hombre honesto, que convirtió la tragedia de su vida y el abandono al que lo condenaron para dejarle morir, en poesía. A Miguel se le recuerda por esto; quienes intentan decididamente borrar su nombre, de aquí a unos años, no serán nada más que el pasto mediocre del olvido. El "árbol carnal, generoso y cautivo" de sus versos ha echado raíces y va a ser difícil arrancarlo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><!--- inicio codigo contadorweb.net---><!--- fin codigo contadorweb.net---><div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-11900147215690114522022-01-18T22:35:00.001+01:002022-01-18T22:35:04.335+01:00<!--- inicio codigo contadorweb.net--->
<table border="0"><tbody><tr><td><b><span style="color: red;"><br /></span></b></td></tr></tbody></table><b><div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;">Autobiografía: ovejas negras. </span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_iy5yrtscv56d1CoPT5AtFp-c6znzjYOayiRSk5MrcTUmKP-ElwcdEgmUOZnZP6SV1PO5IZY03p-q1UlFa2diQTKiHLZdRK8SjH4lDMqhISnltxRY_O4jm1m5CLME2mDuao5GstvauBhEbCWbWot0e_o-UpzfLEMzfNkG44KWD5fyqHJbFl1ORuI8pw=s2459" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2459" data-original-width="1693" height="371" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi_iy5yrtscv56d1CoPT5AtFp-c6znzjYOayiRSk5MrcTUmKP-ElwcdEgmUOZnZP6SV1PO5IZY03p-q1UlFa2diQTKiHLZdRK8SjH4lDMqhISnltxRY_O4jm1m5CLME2mDuao5GstvauBhEbCWbWot0e_o-UpzfLEMzfNkG44KWD5fyqHJbFl1ORuI8pw=w255-h371" width="255" /></a></div><br /><span style="color: red;"><br /></span></b></div></b><!--- fin codigo contadorweb.net---><div><p class="MsoNormal" style="text-align: left;"><span style="text-align: justify;">Siento la ambigua emoción de los
primeros momentos, esa que es difícil expresar, sobre todo cuando sostengo
entre mis manos este pequeño libro que es la quinta obra que publico. Otro
sueño cumplido, pero huyendo de las ficciones. Un ensayo quizás no sea el mejor
modo en que un escritor cuenta los sueños que han poblado sus noches y sus días,
aunque es verdad que en un ensayo sobre literatura no se abandona rotundamente
lo ficcional. Imaginación y realidad se entretejen en este manual atípico y
antiacadémico para extender la lectura de los clásicos más allá de los
empolvados tratados filológicos.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Decir ensayo tiene la resonancia
de una credibilidad vetusta: Unamuno, Ortega, d'Ors. Y quería también bordear
otras palabras, las de Baroja, Umbral, o las de Umberto Eco. No busco asombrar,
sino desvelar. Pero no con los desvelos de Cervantes, sino en los de la
clarividencia de románticos, fanáticos del punk o sonrosados escritores
edulcorados con la pulcritud de la delicadeza burguesa. Humanistas y rockeros,
galdosianos y burócratas soviéticos se mezclan en estas páginas. Y entre todos
ellos, esta oveja pasta en un campo dulcísimo y reinvidica su condición de
lectora que rehúye de academicismos, de lugares comunes para encontrar en los
clásicos las respuestas que nos hagan entender mejor estos tiempos que corren.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">La precariedad laboral, el
desclasamiento social, los futuros terrores de los fascismos venideros, las
mentiras de los medios de comunicación, la mal entendida cultura de las masas
puestas al servicio del consumismo obsceno son, entre otros, los asuntos contra
los que nos puede prevenir la literatura si la leemos con los ojos del pasado
puestos en el presente. La palabra escritura es alarma y precaución. Las ovejas
negras se salen del rebaño para utilizar la perspectiva, la distinción, la
formación, la educación y los libros para ser, ante todo, voces en la
conciencia de este desconcienciado mundo basura.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Y así, como una batalla dialéctica
contra los necios, los mentirosos, los manipuladores, los padres del
pensamiento único y la corrección política pasta esta oveja con la indiferencia
de un bovino no necesita decir palabra alguna para mirar escéptica la realidad
que nos rodea.</p><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-20930641244611876712021-09-08T19:40:00.005+01:002021-09-08T19:44:40.823+01:00<div style="text-align: center;"><b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA: Recuperando el tiempo perdido. </span></b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: left;">Un año ha transcurrido como si nada hubiera cambiado, o casi nada desde esa última vez. No he dejado de escribir, aunque estén los folios aún en blanco y esperando la cuartillas en ese territorio de lo inesperado que se llama mañana o quizás el próximo mes. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Ya ha pasado un año, digo, y lentamente, parece regresar todo a esa vieja normalidad que hoy más que nunca da la sensación de ser caduca y más anciana. Desandar los caminos viciados del presente: buen comienzo, buen punto de partida, si se quiere. Los que vivimos en los libros, es decir, en la realidad, sabemos lo difícil que es irse labrando el oficio de la escritura. Tenemos nuevas oportunidades de seguir el fructuoso florecer del trabajo silencioso de escribir un libro y, después otro. Este septiembre tengo la fortuna de recuperar el tiempo perdido: pandemia, restricciones, confinamientos, prohibiciones, distancia. Es el léxico de la tragedia cotidiana, que se suma a ese antiguo diccionario que ya nos conocíamos al dedillo: trabajo, madrugar, monotonía de lluvia tras los cristales. El otoño, la rapidez de las tardes en octubre, su descender vertiginoso. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Este septiembre tengo la fortuna de celebrar que espera, sobre el surco, como el arado espera, la llegada de otro libro, mi quinta obra publicada y escrita: quien me conoce sabe que no tengo nada en el cajón secreto que todos los que escriben tienen en la mesa de su despacho. Y este septiembre, la editorial Bohodón ha querido que esté dos días firmando <i>Crónica del último invierno</i> en la Feria del Libro de Madrid, que esta vez en septiembre, nos recuerda que hubo un tiempo anterior a este. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Así que doble celebración que quiero compartir con los pocos lectores que tiene este blog, esta bitácora personal y biográfíca y casi tan íntima que, a veces, pienso que solo escribo para leerlo yo solo. Si alguien en cualquier caso lee esto, quiero que sepa que tengo la sensación de estar recuperando el tiempo perdido, y un profundo agradecimiento a quien hace que todo lo bueno que ocurre parezca posible. Vale. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-Ig8_fAU3WWY/YTkDU0ffjHI/AAAAAAAABB8/JUBv8INgUhIH5UOOYwTKtGfapEOe-SaKwCLcBGAsYHQ/s1024/cartel%2Bferia%2Blibro%2Bde%2Bmadrid%2Bcon%2Bfechas.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="781" height="434" src="https://1.bp.blogspot.com/-Ig8_fAU3WWY/YTkDU0ffjHI/AAAAAAAABB8/JUBv8INgUhIH5UOOYwTKtGfapEOe-SaKwCLcBGAsYHQ/w331-h434/cartel%2Bferia%2Blibro%2Bde%2Bmadrid%2Bcon%2Bfechas.jpg" width="331" /></a></div><br /> </div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><!--- inicio codigo contadorweb.net---><br /><!--- fin codigo contadorweb.net---><div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-63722748574726201262020-09-10T01:10:00.007+01:002020-09-10T01:31:53.502+01:00<div style="text-align: center;"><b><span style="color: #cc0000;">AUTOBIOGRAFÍA - Vivir hacia dentro.</span></b> </div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-QNJxl1RYJxs/X1lqiVEbmFI/AAAAAAAAA9g/SpwePQAbhHk4Ae_wC10FBeV7c5Ndh8QGACLcBGAsYHQ/s2992/DSC_0254.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2000" data-original-width="2992" height="335" src="https://1.bp.blogspot.com/-QNJxl1RYJxs/X1lqiVEbmFI/AAAAAAAAA9g/SpwePQAbhHk4Ae_wC10FBeV7c5Ndh8QGACLcBGAsYHQ/w500-h335/DSC_0254.JPG" width="500" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Ya se van a cumplir siete meses desde que un día dijeron que no debíamos salir de casa. Las realidades invisibles se comportan así, empujándonos a abandonarlo todo, a cerrar los comercios y hacer desaparecer el bullicio de las ciudades. Mientras la muerte se agarraba a los telediarios, tuvimos que empezar a vivir dentro de nuestras casas como nunca antes. Muchos iniciaron el complicado proceso de empezar a vivir hacia dentro. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entonces ese vivir hacia dentro nos hizo esperar, nos hizo aburrirnos, nos hizo mirar a través de la ventana, conocer al vecino, reconocer de nuevo nuestra calle, comprender qué significa el silencio en las noches, escuchar con deleite el canto de los pájaros, que volvieron a las ciudades pensando que no regresaríamos nunca más. Vivir hacia dentro significó descansar, oler con cierta tranquilidad ese extraño aroma del café en las mañanas sin prisa. Quien no podía vivir en su particular encierro era aquel que se descubría a sí mismo a diario tan vacío como suele ocurrirle cuando se vive en exceso hacia las afueras de nosotros mismos. Demasiado fuera de nosotros. Demasiado lejos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Necesitamos, nadie lo duda, espacios abiertos, acantilados, mar, luz, viento. Escuchar el aire moverse en las ramas es una forma de no sentirse a solas nunca. ¿Quién duda que el hombre nació libre para no vivir en el encierro de su cuarto de estar, de su pequeño dormitorio o de su minúsculo despacho frente a la pantalla plana del ordenador? ¿Quién duda que la libertad es algo más profundo que berrear una consigna mientras se hace sonar una cacerola? Hay sonidos tan huecos como algunas cabezas. Vivir hacia dentro era salvarnos la vida, en el fondo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ni mejores ni peores. Escribo algo que no es una novela para resarcirme de la imaginación o, al contrario, para reconocerme mejor en la realidad. Ni mejores ni peores después de la pandemia, que aún suma titulares en los laboratorios manipulados de la prensa. Ni mejores ni peores, mientras la democracia se debilita porque hay quien embiste con la burda mentira de los eslóganes oportunistas y baratos: negacionistas chuscos, hombres de las cavernas que dejaron de creer en el trueno para creer en las tormentas. Seremos iguales, quizás, cuando podamos salir definitivamente y mirarnos el rostro sin hacerlo en su mitad, con la cara descubierta. Iguales que antes de que nos confinaran y parecidos a lo que seguimos siendo con el rostro embozado. Quien no supo vivir hacia dentro no conoce el gran tesoro que esconde el silencio, leer en la madrugada una novela o evitar que los despertadores agiten el sueño como si fuera un maltrato matinal. Esto es vivir hacia dentro: quien lo probó lo sabe. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-18449679893912616592020-04-21T12:27:00.001+00:002020-04-21T15:09:49.402+00:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Suerte, pandemia y votos en vez de aplausos</span></b></div>
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<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-CY91nNmmsI4/Xp7hr3ECKYI/AAAAAAAAA48/k5VJRFzb9kEn_Ra6DHvt6KjEeD3kArmogCLcBGAsYHQ/s1600/PORTADA%2BBANDA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1182" data-original-width="794" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-CY91nNmmsI4/Xp7hr3ECKYI/AAAAAAAAA48/k5VJRFzb9kEn_Ra6DHvt6KjEeD3kArmogCLcBGAsYHQ/s400/PORTADA%2BBANDA.jpg" width="267" /></a></div>
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<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
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<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
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Aunque parece que el mundo se acaba, y pandemias a parte, quejarse en la supervivencia resulta un ejercicio bastante egoísta, pienso que en apenas dos días se celebra el Día del Libro. Ni siquiera este año, en que puedo lucir en la portada de mi última novela esta banda, podremos festejarlo ni en Sant Jordi, ni en la Feria del Libro de Madrid. Ni en ninguna otra feria, como si se hubieran borrado de los calendarios y las agendas los días esos en que aprovechando el buen tiempo comprábamos libros y soñábamos con encontrar en la literatura un destino más en esa gran agencia de viajes que, a su modo, son todas las bibliotecas (y más las personales). </div>
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<br /></div>
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Es un acto de egoísmo no pensar en todo lo que se está quedando atrás, en las librerías que quizás cierren, en las pequeñas tiendas cuyos alquileres no ayudan a sufragar los gobiernos porque, siempre, los pequeños importan menos que los grandes. Al final, los viejos propietarios del siglo XIX, los que acumulan terruño, viviendas y locales, son los que sobrevivirán a este apocalipsis vírico. Echo de menos los bares, el cortado de las cinco, el paseo mientras veo verdear los árboles de mi calle cuesta abajo. Siento hasta algo de tristeza por no poder ir a trabajar y debatirme entre el yo y la pantalla plana del ordenador (si Freud levantara la cabeza). Sobrellevar es sobrevivir en estos tiempos también. </div>
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Pienso en los teatros vacíos, en las avenidas discretas de esta ciudad que no es inmensa y que hoy están sin gente. Pienso en las terrazas en que apetece sentarse a tomar el sol, y a abrir el libro con el que echar un rato de la tarde. Pienso en las tardes, también, en estas que empiezan a ser largas aventurando, este año, un verano incierto. Solo este año. Pienso en los bancos de los parques, ocupados solo por las viejas palomas de Madrid; están vacíos, faltan los abuelos que reposaban sus años de postguerra en su longeva ternura. </div>
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Yo mientras me quejo de no poder airear un poco este libro este año tan especial para mí, en que nos quedan pendientes por vivir estos dos meses robados por un mercado chino o un laboratorio militar. El aire de Madrid se ha limpiado, sin embargo, aunque no el ambiente; hay quien se ha encargado de enturbiarlo agitando las miserias de cada cual (allá con las suyas) en una fraseología vacía y estúpida destinada a levantar el ánimo patriótico, con el belicismo en la punta de la lengua. Yo no aplaudo en el balcón de cada día, simplemente voto como un aplauso en favor de lo que es de todos. Feliz día del libro, o sea, de los viajes. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-41560082788258878582020-01-07T01:17:00.001+01:002020-01-07T01:32:44.377+01:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Resumen del 2019</span></b></div>
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<b><br /></b></div>
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-KCOoLCtL0n8/XhPGY0Eh-uI/AAAAAAAAA4U/TsHC4F6cMacuIqty_vnhaociFFz8uYBSACLcBGAsYHQ/s1600/80399177_2679247828970679_1235788577846067200_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="960" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-KCOoLCtL0n8/XhPGY0Eh-uI/AAAAAAAAA4U/TsHC4F6cMacuIqty_vnhaociFFz8uYBSACLcBGAsYHQ/s320/80399177_2679247828970679_1235788577846067200_o.jpg" width="320" /></a></div>
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Ha sido una año peculiar: un año en que las agendas se han visto desbordadas. Ha pasado todo este tiempo y no lo pareciera. Un año desde que decíamos adiós a mi padre, y presentaba mi cuarta novela en Madrid, de la mano de<b> Cristina Almeida </b>y de<b> Juan Ángel Argelina</b> y de los amigos de <b>El Abrazo del Oso</b>. Aquel programa sobre los olvidados de la Transición que grabamos lleva más de 20.000 descargas y escuchas en IVoox. Pero nunca se puede gozar de la felicidad al completo, porque la vida ofrece azarosa esta superposición de alegrías y desgracias. No podré explicarlo por más que lo intente, ni puedo hablar de aquellos días en que recibí el cariño de tanta gente buena sin que se me haga un nudo en la garganta. Pero no cambiaré la dedicatoria de esta novela, que me llevó tres años de altibajos y desvelos.</div>
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Desde que <a href="https://www.bohodon.es/?gclid=CjwKCAiA0svwBRBhEiwAHqKjFscASJP2pumJ2HJdvWpngEmEKVarb-wtggdVKoIBx162a3O42ZihNxoC1LMQAvD_BwE">Bohodón Ediciones</a> publicó esta historia de lo que somos en la cercanía, esta novela de recuerdos prestados, todo han sido buenas noticias. Ha ido creciendo con una lentitud firme, despacio ha ido sumando lectores y ha recorrido media España, añadiendo amigos a sus páginas y recopilando otros paisajes. Primer viaje: Córdoba, para participar en el <b>Club de Lectura de Montalbán.</b> Después vendrían la <b>Feria del Libro de Vallecas</b> y tres días más de firmas en la <b>Feria del Libro de Valencia</b>, dos en la <b>Feria del Libro de Madrid</b> y otro viaje más: a la <b>Feria del Libro de Valladolid</b>. Apenas pasó el verano y este otoño fui hasta <b>Alicante</b> para firmar libros en la <b>FNAC</b> y después participar la <b>Feria del Libro de Murcia</b>. La primavera intensa quiso que fuera a hablar de este libro a la <b>tertulia del Café Gijón de Madrid</b>, que capitanea <b>Justo Sotelo</b>. Como veréis, escribir no solo es un ir y venir en la memoria, también en el espacio. Habría que sumar reseñas y entrevistas: Rafa Ruiz, Andrés Barrero, Prudencio Salces, Jorge Morín, Javier Machón, Anika entre Libros, Francisco J. Castañón, Miguel Sanfeliu... y muchos otros cuyos nombres ignoro. Buenas críticas de amigos y de gente conocida y desconocida, pero honesta.</div>
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Y otoño vino cargado de buenas noticias también. En noviembre, cuando mi amigo Ángel Rejas quiso que participara en la <b>Asamblea por la República de Leganés</b>, presentando la novela en las Jornadas sobre la Transición que organizaron, la Asociación de Críticos y Escritores de Madrid quiso que <b>"Crónica del último invierno"</b> quedara <b>Finalista del Premio de la Crítica</b>. Rafael Reig lo ganó muy justamente con su última novela. Broche de oro para un año largo y un hermoso comienzo para un 2020 prometedor.</div>
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Las autobiografías son así; hay ocasiones en que se nutren de la literatura con que se riega la vida para que no resulte tan tediosa. Este es el resumen de un año, una compilación breve de lo hermoso que puede ser observar el mundo con la mirada que nos prestan los libros y sus historias, menos mías que nunca, cada vez que un lector se suma. El agradecimiento que siento no cabe aquí. Se ensancha, se extiende, adopta la forma de un horizonte que es difícil de describir, llega muy lejos, recorre meses y urbes y lejanos páramos y continúa allá por donde voy, por los paisajes que dejó atrás y por los que, estoy seguro, algún día llegaré a conocer. Gracias y feliz 2020. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-10621243302850727352019-11-14T00:28:00.003+01:002019-11-14T00:33:44.067+01:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA: Finalista en el Premio de la Crítica de Madrid. </span></b><!--- fin codigo contadorweb.net---><br />
<b><span style="color: red;"><br /></span></b>
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<a href="https://1.bp.blogspot.com/-7jdyOD0k5rw/XcyRaBsc-jI/AAAAAAAAA3Q/SY_lSQlERwwD0ytZLwL95ZmrTiXHBFdRgCLcBGAsYHQ/s1600/noticiafinalista.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="440" data-original-width="564" height="311" src="https://1.bp.blogspot.com/-7jdyOD0k5rw/XcyRaBsc-jI/AAAAAAAAA3Q/SY_lSQlERwwD0ytZLwL95ZmrTiXHBFdRgCLcBGAsYHQ/s400/noticiafinalista.jpg" width="400" /></a></div>
<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
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Es difícil explicar qué se siente ante la ruptura que supone una noticia: una hermosa noticia que hace que el tiempo parezca doblado sobre sí, y entonces, todo gire en una especie de bucle, en el que llamadas y amigos se superponen con sus mensajes de aliento y de recuerdo. Así es: una pequeña mención, apenas dos líneas en alguna página web, pero una inmensa alegría y una inimaginable sensación de gratitud. </div>
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La Asociación de Críticos y Escritores de Madrid ha tenido a bien situarme en el justo puesto de finalista del Premio de la Crítica de Madrid, con <i>Crónica del último invierno</i>. Ellos dicen que es la segunda mejor novela publicada en 2018 que ha caído en sus manos. Y dicho así, suena con un reverbero de misterio, extrañeza y casi, si se me permite, de extranjeridad. Sí, extranjeridad, que siento dentro de mí mismo, como si estas cosas solo le ocurriesen a otros hombres y mujeres, a escritores distantes y cuyas fotografías son las de sus rostros desconocidos impresos sobre los borrosos fondos de ciudades lejanas y épocas difusas, en las solapas de los libros que se amontonan en las librerías, de esas rimbombantes editoriales portentosas. </div>
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Siento una grave gratitud. "Muchas gracias", repito como un mantra a quien tiene el detalle de felicitarme por algo tan gaseoso como la mención en un premio literario de tan hondo calado y tanto prestigio. "Muchas gracias", insisto: a todos los que habéis estado antes y a los que seguís estando. Al jurado cuyos miembros ignoro quiénes son, mi infinita gratitud. Gracias a quienes habéis hecho posible este cuarto sueño cumplido. Una novela de héroes y policías corruptos, un viaje al rastro romántico que deja la Transición, como un deje sonoro en la memoria de quien estuvo aporreando el teclado de su ordenador durante varios años, construyendo poco a poco la <i>Crónica del último invierno</i> en que esperé una buena noticia como esta, que adelanta el otoño con su hermosura inexplicable y profunda. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-85058966014873291952019-02-02T00:56:00.000+01:002019-02-02T01:42:46.496+01:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - El descanso del viernes.</span> </b></div>
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<b><br /></b></div>
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/-0ARlxTsOFN8/XFMr27_ubHI/AAAAAAAAAyo/-W19M-RT1S88DK8X4LV9CulmcE2xqkwCACEwYBhgL/s1600/cuatro%2Bnovelas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="794" data-original-width="624" height="400" src="https://2.bp.blogspot.com/-0ARlxTsOFN8/XFMr27_ubHI/AAAAAAAAAyo/-W19M-RT1S88DK8X4LV9CulmcE2xqkwCACEwYBhgL/s400/cuatro%2Bnovelas.jpg" width="313" /></a></div>
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<b><br /></b></div>
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Hoy es viernes. Un día más para añadir en el descanso. Cuando se acaba de escribir y de corregir una novela, es muy extraña esa sensación de pérdida o de vacío que se siente. Uno tiene la sensación de haberlo contado todo, de haberse desnudado con la intimidad de palabras que, ahora, ya puestas en forma de libro, se convierten en una especie de familiar lejano o ajeno. Pocas veces lo digo, muy pocas: pero hay algo de mínimo orgullo en lo que siento con "Crónica del último invierno".</div>
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Poco a poco este libro se está abriendo un hueco entre lectores y amigos. Y con él, he dejado un largo reguero de nombres y lugares, puestos todos al servicio de la verdad y del recuerdo. Es una novela que es algo más que una novela: crónica de un tiempo que me han contado, pero también una autobiografía a retazos; novela, pura ficción, en la misma proporción que relato periodístico. </div>
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Por eso digo: siento un mínimo orgullo con esta novela; y van más de mil páginas publicadas, convertidas en cuatro libros. Más de diez años de escritura, y una década después, hay algo minúsculo parecido a la satisfacción que nunca he terminado de sentir al completo. Hay quien se siente orgulloso de méritos dudosos: un coche nuevo, el reloj que se luce en las redes sociales, un viaje o exóticas cenas. Allá cada cual, pero contemplo estos cuatro libros con una mezcla de estupor, incredulidad y distancia. Míos porque reconozco mi nombre en sus portadas, porque miro mis fotos en sus anversos o en sus solapas, dejando el paso de los años sus huellas en cada una de las facciones de mi cara,<br />
<br />
Siento también una extraña forma de gratitud: con los amigos que se han deshecho en buenas palabras, Pruden, Ángeles, Lola, Ester, Gloria, Juan, Mercedes, María Jesús, Victoria, Carmen, Juan R., Juan Ángel, Edu, Sonia, Alberto, Manoli, Ángel, Sandra, Susana... y muchos otros que me han hecho llegar lo que les ha suscitado la lectura, qué recuerdos o qué emoción los ha agitado por dentro estando sentados en el sofá donde leen, o en el asiento del metro o del autobús, camino del trabajo. Se me olvidan nombres en esta lista que crece poco a poco: Carlos, Pilar, Víctor; la familia, los hermanos, los primos y primas, parientes cercanos y más lejanos: Tere la busca, Marisa e Isabel se la han leído de una sentada y me lo cuentan. Lito corrió a la librería de mi calle. A Raúl ya se la han conseguido. Paloma insiste en que la librería que está al lado del mercado se la traiga, aunque tarde. Carol, recurrió al teléfono móvil para comprarla en Internet. Pili vino hasta Madrid en AVE, y apenas la vi. Rubén también, con Cristina. Marcos me sopló, con su desparpajo de diez años, que su padre se la está leyendo; parecía querer leérsela él también, aunque tenga que esperar. Paula la subió a IG. Lola Puñales me escribe y manda una foto del libro ("hoy empiezo con él", me dice). Un pedazo de todos ellos también está ahí. Y de quien piensa en otro y la quiere regalar, como ha hecho Pablo hoy mismo, que me ha llamado para contármelo. Mientras, Jesús me dice que ya le quedan menos de cien páginas: se habrá visto en ese libro también vestido de uniforme. Elena me pidió una dedicatoria para su madre, que conoció bien aquellos años, me insiste. Y Nieves me pidió en el desayuno del otro día que se la firmara. Moni vino hasta el centro de Madrid con su boli preparado (ella es así). Roberto la encargó, pero le ha faltado tiempo para recogerla (así son los dobleces de la vida, los pliegues dolorosos de los libros cuando son tristes). Javi Machón me dice que escribirá sobre ella, Jorge también... La lista crece, la memoria falla: disculpas para los que no están aquí porque ahora no caigo o porque simplemente no os conozco.<br />
<br />
Viernes, descanso de la semana. Me pongo delante del ordenador. Escribo estas líneas con la sensación de que ya lo he contado casi todo. Me da miedo volverme a poner a pensar en esas otras historias que siempre me rondan por la cabeza. Leeré todo lo que se quedó por el camino. Retomaré la escritura un viernes, un viernes de descanso en que la semana se agota con su destilada pereza acumulada desde el lunes. Me queda un gracias, solamente, por rubricar. Aquí lo dejo. </div>
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<b><br /></b></div>
<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-82310956383760060512018-12-26T01:06:00.001+01:002018-12-26T01:06:16.131+01:00<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><b>AUTOBIOGRAFÍA - Estar en los lugares ausente</b></span></div>
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<span style="color: red;"><b><br /></b></span></div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-iueatfbX6Hw/XCLF6a0Ui_I/AAAAAAAAAyY/o_R47N6wHCU33WmZRuDNqxgH3cOnP6TEACLcBGAs/s1600/48426314_2338188249743307_8196224844170264576_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="718" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-iueatfbX6Hw/XCLF6a0Ui_I/AAAAAAAAAyY/o_R47N6wHCU33WmZRuDNqxgH3cOnP6TEACLcBGAs/s320/48426314_2338188249743307_8196224844170264576_n.jpg" width="239" /></a></div>
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<span style="color: red;"><b><br /></b></span></div>
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En esta suerte de días, apabulla estar en los lugares tumultuosos. Apabullan la risa fácil y el ruido. Opto por estar en estos lugares dosificando mi ausencia. Este año más. Este año más que ningún otro. Carecer de lo que se denomina "espíritu navideño" no es otra cosa que abdicar de las razones que nos obligan a la felicidad en días como estos. Abjurar del hoy no es hacerlo del mañana ni de ningún otro día. </div>
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Así, mejor mañana empezar de nuevo a estar contento, a estar vigilante ante lo hermosamente venidero y vivificador. Celebro la paz de un día entre semana, de pausar la lectura de un libro para continuar en otra hora. Brindo por los que sé que vendrán y brindo por los que se han ido, que sé que no volverán y se marcharon después de días peores que los que nos esperan. Pensar en lo que se ha perdido reconforta con la idea de su larga compañía. Y así, solo así, se puede celebrar la cotidianidad de un miércoles cualquiera, por ejemplo. </div>
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Y si se está de estos lugares ausente... ¿qué lugar me obstino en ocupar? Pienso en las playas donde el sol reverbera con la inusual luz de los veranos lejanos todavía, pienso en los lugares en que las carreteras nos dirigen con la atractiva certeza del destino. Pienso en el azul oceánico en que verdea el horizonte, en la brisa sosegada mientras uno se deleita en la ternura o en el amargor solo permitido de una cerveza helada. Me consta que lugares así existen. Allí descansamos, allí no caben ni el tiempo en los relojes ni esa sensación angustiosa de esperar un adiós con forma y fondo de despedida definitiva. </div>
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Y a veces se está ausente sin quererlo. Y a veces lo están otros, inesperadamente o con su pequeña cantidad de certeza que la vida impone como indiscutible e insoslayable. Hay lugares así, y momentos así, en que nosotros no estamos, pero nos esperan pacientes en su tibia fotografía del regreso. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-54795440791589961502018-11-16T01:03:00.000+01:002018-11-16T01:03:01.288+01:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - El cuarto sueño cumplido</span></b></div>
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<b><br /></b></div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-u2aRHmGaKJ4/W-4D6Ybkg6I/AAAAAAAAAyE/GwBYyNdqX9MvaQnQBS0sZD9X8js86ELwgCLcBGAs/s1600/portada%2Bcuarta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="562" height="640" src="https://4.bp.blogspot.com/-u2aRHmGaKJ4/W-4D6Ybkg6I/AAAAAAAAAyE/GwBYyNdqX9MvaQnQBS0sZD9X8js86ELwgCLcBGAs/s640/portada%2Bcuarta.jpg" width="372" /></a></div>
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<b><br /></b></div>
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Han pasado diez años desde que publiqué mi primera novela, <i>El retrato de Sophie Hoffman</i>. Diez años en los que se han ido cumpliendo algunos sueños, como este que está en ciernes, mi cuarto libro, <i>Crónica del último invierno</i>. La escritura me la tomo con la calma con que se saborea un trofeo, por mínimo que sea. Es la única forma posible de defenderse de la losa de lo cotidiano. Diez años, de los cuales, he empleado tres en documentar, redactar y revisar este libro. Podría decirse que un tercio casi de mi escasa "vida literaria" la he empleado en construir esta historia, pero el libro es deudor de mis 41 años, de todos y cada uno de ellos. La realidad en esta novela, ese imposible, se convierte en la memoria de lo vivido y de lo que otros me narraron. Debe más a esta Autobiografía que mis otras novelas, pura imaginación entremezclada con la historia. Supe que no podía escribir si no era revistiendo de ficción, y en muchos momentos, con altibajos incluso en el ánimo y en la salud, pensé que esta iba a ser la novela que nunca iba a terminar de escribir, la novela que no escribiré para que la ficción no emborrone lo auténtico que hay en ella. </div>
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El resultado ha sido una crónica de lo vivido, pero también una crónica de lo imaginado. Tres voces para decir lo mismo, tres maneras de sentir la palabra: desde la poesía, desde la narración policiaca y desde el lenguaje del periodismo. Así se construyen los contradiscursos, los discursos que se obstinan en llevar la contraria a las burdas verdades oficiales, que una ciudadanía cada vez más pacata cree con devoción religiosa. Y aquí es donde comienza la Transición, falseada hasta en su propio sustantivo sin sustancia. No todas las editoriales hubieran estado dispuestas como Bohodón Ediciones a jugársela apostando por el contradiscurso de lo correcto, de lo institucional; pocos editores pueden decir que son tan valientes de publicar más de cuatrocientas páginas dedicadas a desmontar las rudimentarias trampas de la corrupción, la manipulación histórica, para rescatar a los náufragos de los grandes acontecimientos históricos, que son también los que naufragan en nuestro Estrecho fronterizo del primer mundo. </div>
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No es una novela complaciente, no es benévola con nadie, no es un libro que contemple indolente las trampas del pasado. No es un libro gratuito, ni obcecado tampoco en la equidistancia, ni en el conversacionalismo televisivo, ni es una narración revestida de falsa novela social. Es un pedazo de vida y de memoria, un pedazo de autobiografía y de historia reciente. Y solo así, adueñándonos de lo que solo nos pertenece (la palabra y el recuerdo) es como pueden desmontarse sin miedos las sólidas mentiras del presente. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-12177193549908274492018-09-11T00:50:00.000+01:002018-09-11T00:54:03.554+01:00<br />
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<span style="color: red;"><b>AUTOBIOGRAFÍA: "Crónica del último invierno"</b></span></div>
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<span style="color: red;"><b><br /></b></span></div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-1gaLO_QPezs/W5HHlFoFdmI/AAAAAAAAAxo/G39sAJDuP0ICbobBZ34lXHmcrgaL_bSegCLcBGAs/s1600/grises%2Bmanifestaci%25C3%25B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="667" data-original-width="992" height="268" src="https://4.bp.blogspot.com/-1gaLO_QPezs/W5HHlFoFdmI/AAAAAAAAAxo/G39sAJDuP0ICbobBZ34lXHmcrgaL_bSegCLcBGAs/s400/grises%2Bmanifestaci%25C3%25B3n.jpg" width="400" /></a></div>
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<span style="color: red;"><b><br /></b></span></div>
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Nacemos a la luz de algunos acontecimientos. Mientras yo nacía este país que no existe deambulaba entre las sombras de su historia. La amnistía se reivindicaba en las calles y unos abogados en su céntrico despacho de la calle de Atocha eran asesinados por un comando ultraderechista. En el país que no existía, mi barrio era solamente un puñado de bloques de viviendas entre los últimos sembrados y escombreras de Madrid, descampados donde los críos jugábamos y fuimos adolescentes mientras nuestros padres y nuestros abuelos intentaban hacernos olvidar esa oprobiosa historia que tampoco existió. Nada existe, bien mirado, salvo en el mapa de los recuerdos. </div>
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Busco en los nombres olvidados y en todo lo que nos dieron en herencia sus biografías para que nosotros construyéramos nuestra más intima existencia. Y entonces, ese país que no existe y esa historia que tampoco fue comienzan a adquirir la forma de la novela que nunca escribiré, la que pensé que nunca terminaría de escribir. Se tuercen los caminos, se interrumpe el tiempo un día en concreto, y todo se paraliza, todo pierde el interés (libros, música y objetos que pueblan nuestra casa) y la vida nos hace encontrarnos en el distante camino de las vidas de otros. Escribir una novela sobre aquel invierno en que nací, y en el que nevó durante varios días seguidos, es escribir en verdad una crónica de lo acontecido. Es el último invierno de ellos y mi primer invierno.</div>
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Dónde están los límites entre lo que imaginé yo mismo y otros imaginaron para mí. Dónde está la ciudad que ya tampoco existe, o al menos no existe como antes. Dónde estarán los que muchas noches me visitan mientras escribo para contarme el relato de sus vidas. La literatura permite inventarnos a través de los personajes que inventamos. Eso nos distancia de nosotros mismos para contar, con la ficción, la verdad de lo que somos. Exactamente igual que lleva ocurriendo en esta autobiografía por escribir desde hace una década. </div>
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En esa crónica están mis padres, los padres de mis padres, sus viejos conocidos de los que me hablaron alguna vez, los compañeros del primer colegio, los del instituto, las embarradas calles de mi barrio en los años setenta, el destartalado autobús que nos llevaba a Madrid, con esa semántica de la lejanía periférica, del extrarradio que no pertenece a ningún lugar y existe solo en la memoria de quienes lo vivimos o me lo contaron. En aquel montón de recuerdos, también se ubica el pueblo que no tuve, la universidad en que estudié y los bares que cerrábamos en aquellos años en que la vida importaba solo en sus instantes. Esa crónica pronto va a tener forma de libro, de historia inventada, de informe periodístico y objetivo, de mentirosa novela negra. Era la narración que nunca creí que terminaría, que empecé hace casi tres años y que comencé tantas veces y terminé solo una, ante la sorpresa de mis personajes, que se creyeron durante meses en el limbo de las historias inacabadas. </div>
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Con ellos he querido hablar de la Transición y de mi propia transición y de los que han quedado cautivos en aquel largo proceso inventado, reconvertido, manoseado e idealizado. Había que desmontar el relato diseñado con la astucia con que la vieja policía política se infiltra en la vida de los hombres, para que el país que no existe comenzara a existir en su definitiva versión incuestionable, es decir, en su versión novelada y ficticia, en su versión vivida y experimentada.</div>
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Esta novela que lleva naciendo durante mucho tiempo y que verá la luz en otoño, o quizás el próximo invierno, es una crónica sobre los que nunca tendrán sus nombres escritos en la historia oficial. Sobre los que nunca despertaron el interés y que fueron desapareciendo por completo como aquellos lugares de los que la ciudad se fue apropiando. El despiadado urbanismo fue la forma en que la política una vez más nos recordó cuáles eran las regiones del mundo en que nos correspondía vivir. Y ellos, todos los que ocuparon su extrarradio en la historia, me fueron dictando una por una sus palabras, para que contara la novela de sus vidas, que era la novela de mi propia vida y de mis personajes. No podía escribir una novela para que la ficción no emborronara sus verdades, pero era imprescindible recorrer ese territorio de la literatura que se confunde con la realidad, mezclar mentiras y certezas, jugar con el tiempo, mezclar los mundos de los vivos y los muertos, para redactar, en definitiva, la alternativa historia de los nuestros. </div>
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<!--- fin codigo contadorweb.net---><div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-11122399787548278072018-06-27T23:56:00.002+01:002018-06-28T00:22:40.193+01:00<div style="text-align: center;">
<b style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - "El último invierno"</b></div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-6MtlHVmsif8/WzQWCCKZj6I/AAAAAAAAAxc/Fy4yZz533xMNVgp-BMXN5FuFFcndFJN5gCLcBGAs/s1600/foto%2Bel%2Bultimo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="718" data-original-width="960" height="299" src="https://4.bp.blogspot.com/-6MtlHVmsif8/WzQWCCKZj6I/AAAAAAAAAxc/Fy4yZz533xMNVgp-BMXN5FuFFcndFJN5gCLcBGAs/s400/foto%2Bel%2Bultimo.jpg" width="400" /></a></div>
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Ese es el título que he elegido para la que espero sea mi próxima novela. En busca de erratas y en busca de quien decida publicar este libro, pienso en el último invierno. Algo de autobiografía, del barrio en el que me crié y en el que descubrí mucho de cuanto hoy me construye como ciudadano, está en este libro. Mitad ficción, mitad naturaleza muerta, como un retrato estático, que recorre mi biografía con las historias encadenadas en las narraciones escuchadas desde siempre. Así, casi podría decir que <i>El último invierno</i> me escribe a mí en la misma proporción en que yo a él. </div>
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Desde la ficción y desde la verdad, amarradas como en un sueño, la crónica de un tiempo que explica nuestro presente, la ficción del novelista y las memorias, lo íntimo y más personal que arrastra cada uno de nosotros, se vuelcan en estas casi cuatrocientas páginas que me han acompañado en los últimos tres años de mi vida. Abandonado todo durante algún tiempo, vuelvo al teclado del ordenador para contar mi historia y la historia de todos aquellos que estuvieron antes que yo, para relatar cómo igual que crecen las ciudades hacia el este, hacia sus suburbios, se diseñan metódicas y bien estudiadas las democracias con los apellidos de viejos dictadores. Dos puntos: nací en enero de 1977, cuando un comando ultra accede al despacho laboralista de Atocha. Y en aquel invierno se encuentran estos personajes, tan reales como yo mismo, tan ficticios como la historia que alguien se empeñó en escribir para ellos. </div>
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Aquí está, como el resultado del que siempre dudo después de escribir "fin" en la última de sus páginas. El ritual de cerrar una puerta o correr las cortinas antes de salir hacia un largo viaje. Tropecé entre los baches del camino. Medité mientras me recuperaba de las viejas heridas del pasado y del presente. Volví a la vida cotidiana y a las noches en vela. A transgredir el ritmo del trabajo y del sueño para terminar de cerrar este círculo de palabras que me llevan desde el ayer hasta el ayer mismo. Sus errores son los míos. Sus viejas cicatrices son las del último invierno. Parece que fue hace solo días, me dicen, pero ya hace más de cuarenta años que esta novela se piensa a sí misma, y viene desde un sitio muy lejano. </div>
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Si no hay amor, no hay literatura. Es la novela que nunca escribiré, pensaba. Para que nada de lo que cuente quede emborronado por la ficción. Es novela porque así lo quise, pero es auténtica porque también las novelas pueden escribirse desde la propia realidad, desde lo amado, lo vivido o falsamente recordado por nuestros abuelos. Cada uno de vosotros, los que de vez en cuando leéis esta bitácora estáis en este libro: las calles, las gentes, las historias con las que me crucé y las últimas canciones de los bares que he ido cerrando sin quererlo. Releyéndola empieza otra vez su escritura. Y ese camino estoy, buscando el error que cometí al pensar que mi historia, simplemente, se podía escribir, y la nuestra y la historia de los que nunca llegamos a conocer, y si acaso sospechamos que algún día existieron. Busco una dedicatoria, y no la encuentro, salvo un parco "a vosotros" o un "a los míos", que dejaré hasta el final de este largo viaje que emprendí mucho más allá del último invierno. </div>
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<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Puestos a escribir de algo...</span></b></div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-DHvMmgAo2go/WkFG7DSGeuI/AAAAAAAAAww/1QXcdjLtdew-rSAGl3hv7XT34t6hulj3wCLcBGAs/s1600/DSC_0062.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="266" src="https://3.bp.blogspot.com/-DHvMmgAo2go/WkFG7DSGeuI/AAAAAAAAAww/1QXcdjLtdew-rSAGl3hv7XT34t6hulj3wCLcBGAs/s400/DSC_0062.JPG" width="400" /></a></div>
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(Fotografía: Á. Salces)</div>
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Como casi ya es una costumbre, el aburrimiento del espumillón hace que las biografías crezcan. El aburrimiento, igual que lo cursi cuando Ramón Gómez de la Serna lo defendió, es hermoso. Esta pereza por lo que no se va a hacer, esta delicada sensación de nostalgia por lo que nunca será, este amor por lo inconcluso y que trasciende, o sea, la más sublime de las formas del tedio, es este año mi reivindicación biográfica. No querer hacer, no celebrar, practicar el sano ostracismo de la apatía se reduce a un paseo frío por el Jardín Botánico. La lentitud de las plantas, su crecimiento ínfimo, la modorra existencial de la clorofila es la mejor excusa para sobrevivir en estas fechas de hartazgo y monsergas reales. </div>
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Que otros canten, que otros engullan todo lo engullable, que otros se disfracen de hinchazón y vino barato, de arcada bulímica, de tropezón bajo los efectos del champán para olvidar no está mal, si es para no ver más allá de esta demoledora maquinaria, si es para reivindicar la niebla que haga invisibles las verdades. Pero que no sea para el engorde fingido de lo que llaman por ahí felicidad. La felicidad es lenta, silenciosa, casi microscópica. Lo elefántico es solo volumen, pero no lo fundamental. La felicidad es también aburrirse deliciosamente sin pasar hoy por la dictadura del despertador o de la etiqueta, de la puntualidad o del engaño malicioso del trabajo por el que recibimos apenas un puñado de euros. </div>
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Quiero pensar que la felicidad fermenta en el gran barril de la indiferencia y más en este mes tortuoso. De existir Dios no hubiera decidido nacer en este mes barroco y colorido, iluminado y terco. De haber nacido, puestos a escribir de algo, lo hubiera hecho en primavera, quizás en abril, o al calor de las tardes y noches del verano, por lo general más fecundas. Hubiera escrito su primer mandamiento: "Te aburrirás sobre de todas las cosas", y después hubiera sentido una apatía inmensa para seguir redactando los nueve principios rectores que siguen a ese. </div>
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No quiero hacer nada salvo esperar a que esto pase, que vuelva enero, que los días vuelvan a ser largos, que esta feliz desidia concluya en su minoritario silencio de diciembre que, bien mirado, ya ha caído en el olvido otra vez de los diciembres. </div>
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<b><b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA: Casi un año</span></b></b><br />
<b><b><br /></b></b>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-nAY_QrQ2LXc/WhdRSGdwUiI/AAAAAAAAAwI/0yhYizbd2ZQfXSOu72wrXJ3g48bVDm1bQCLcBGAs/s1600/IMG_5810.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="300" src="https://4.bp.blogspot.com/-nAY_QrQ2LXc/WhdRSGdwUiI/AAAAAAAAAwI/0yhYizbd2ZQfXSOu72wrXJ3g48bVDm1bQCLcBGAs/s400/IMG_5810.JPG" width="400" /></a></div>
<b><b><br /></b></b></div>
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(fotografía Á. Salces)<br />
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A veces no nos damos cuenta de cómo puede llegar a pasar el tiempo. Es el lenguaje de los calendarios, su gramática de brumas. Un año de ausencia casi y un año de biografía. Y de repente, un otoño tan semejante como aquel en el que se borran las huellas de la continuidad, de lo fielmente establecido como cotidiano, detenido en un instante inconcreto e insignificante de la historia. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las autobiografías también se escriben con estos silencios que impone la vida; con estos desconciertos con que un día nos sorprende el otoño o una mañana que parece invernal y fría resulta soleada y tibia. Así nos recuerda que más allá de los primeros días helados volverá la armoniosa huella de los colores vivos, de las tardes largas y lentas, y de las noches que se demoran con los balcones abiertos, porque apetece mirarle a la noche sus secretos del verano prometido del que ya casi tengo su correspondiente dosis de nostalgia venidera.</div>
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<br /></div>
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Es difícil sentir nostalgia por lo que está por venir, pero es así: como un pretérito pluscuamperfecto que hace de lo pasado futuro o certeza, o simple posibilidad en el tiempo que fue. Y contemplaré la playa desierta de este verano con la mirada de ayer. Y haremos un borrón en lo ocurrido, en el acíbar al que nos ha invitado la vida sin merecerlo y que, como decía el poeta, "apenas sospechamos". </div>
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<br /></div>
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Casi un año sin escritura, como una larga enfermedad de silencio. Y, mientras, solo deseaba que regresase el verano que aún no había comenzado: que pasese deprisa la amenazante Navidad, que vuelva enero, que marzo nos sorprenda con heladas breves, que las tardes de abril recomiencen en sus brotes verdes las caricias de mayo. Escucho ya los sonidos metálicos de un organillo. Que junio no entristezca, que julio bostece con la sonrisa del amor en las siestas, y así hasta que vuelva agosto con sus playas resistiendo en su soledad remota a muchos kilómetros de mi casa. Feliz año olvidado. </div>
</div>
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<b><b><br /></b></b></div>
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<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA: Sobre la escritura</span></b></div>
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<b><br /></b></div>
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-ganU7IZA0xs/WHKQj_g6XwI/AAAAAAAAAvs/bYP1viywXhU9KoXLn3ZFC0GpekzpBuKyACLcB/s1600/15871487_1909198312642305_8757527464055863090_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="246" src="https://3.bp.blogspot.com/-ganU7IZA0xs/WHKQj_g6XwI/AAAAAAAAAvs/bYP1viywXhU9KoXLn3ZFC0GpekzpBuKyACLcB/s400/15871487_1909198312642305_8757527464055863090_n.jpg" width="400" /></a></div>
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<b><br /></b></div>
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<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
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Todavía recuerdo el tableteo de las máquinas de escribir. La <i>olivetti</i> en la que aprendí a escribir era gris, como aquellos tiempos en que la escritura no era un acto silencioso; al contrario, desprendía la energía de un ruido metálico que hoy con los ordenadores ha desaparecido, convirtiéndose en un silbido con el que los dedos sobre el teclado dejan su impronta al deslizarse. Pero el acto es el mismo: porque solo con la literatura uno consigue prevenirse de las tragedias cotidianas, concienciarse de los terrores posibles y ahuyentar los fantasmas. La literatura es una forma de conciencia y de vago conocimiento, y siempre una forma de rebeldía. Si el escritor no se rebela, se automatiza. Solo con la escritura se convierte la memoria en algo más que una niebla de recuerdos. Se ordenan los sucesos que conforman la autobiografía, y solo a partir de ella, el escritor vuelca sobre los teclados o las páginas en blanco esa parte inalcanzable de la vida de uno que de no escribirse nadie jamás descubriría. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La escritura no es silencio, pero también lo es: calladamente el escritor imprime las palabras de un mapa inmenso de realidades que circulan en su memoria o sus sueños. La vida, en definitiva, cuando se escribe se ordena como se ordenan las novelas. El miedo y el amor dan forma a la historia en que el escritor se desdobla; su propia memoria alcanza el objetivo de convertirse en realidad verosímil y el deseo forma la atmósfera del libro. </div>
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<br /></div>
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Hay escritores que no escriben, sin embargo. Hay escritores que dejan de escribir porque el acto de la escritura es también doloroso, incierto y cruel. Cuando el escritor escribe se mira en el espejo de la palabra, de lo que es y nunca fue, de lo que no será y de lo que fueron todos aquellos que le precedieron: personas y lugares se amontonan en el desorden de las vidas que todos vivimos. Y la verdad difícilmente se oculta porque en la literatura, la más mentirosa de todas las artes, no cabe la mentira. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sigo escribiendo la novela que tal vez nunca termine. Camina entre el recuerdo y la ficción, mentiras ambas cosas, por paradójico que sea, que dicen todo sobre lo que soy sin decir ni una sola palabra de mí. El escritor está agazapado, detrás de cada historia que cuenta. Solo por el muro agrietado de la ficción puede escaparse la realidad. Y ambas, realidad y ficción, forman el débil muro con fisuras de la literatura, que traza la frontera en que termina un libro. Esa es la verdad, siempre con sus dosis de mentira: el territorio cercado en que los sueños se convierten en el sonido de una vieja máquina de escribir. Y así hasta las pesadillas tienen la posibilidad de convertirse en solo eso, pesadillas. </div>
<div style="text-align: justify;">
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<br /></div>
<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-9322977895289362942016-10-12T17:49:00.000+01:002016-10-12T18:39:14.947+01:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Pero no mía.</span> <!--- fin codigo contadorweb.net---></b></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-rfVfgPgRnHY/V_5q7wf3KoI/AAAAAAAAAvM/WFKZaa6au68rrBP2qATxCRpt6Ub-2NltQCLcB/s1600/calle%2Bblog%2Bpero%2Bno%2Ba%2Bm%25C3%25AD.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="282" src="https://1.bp.blogspot.com/-rfVfgPgRnHY/V_5q7wf3KoI/AAAAAAAAAvM/WFKZaa6au68rrBP2qATxCRpt6Ub-2NltQCLcB/s400/calle%2Bblog%2Bpero%2Bno%2Ba%2Bm%25C3%25AD.jpg" width="400" /></a></div>
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
(fotografía: Á. S.) </div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sin exaltación de ningún tipo, hoy, 12 de octubre, vivo la
tranquilidad de un día sin escuela, sin recreos ruidosos ni precipitados desayunos. Para
colmo llueve, y la lluvia sí que es patria del otoño y de los cielos plomizos. Da
gusto ver las aceras limpias y mojadas. El barrio tiene un silencio de siesta y
solo algún coche que pasa, cuyo ruido se escucha lejano, interrumpe la paz de
un miércoles anómalo. Anoto en mi biografía el día de hoy y otras anomalías
históricas. Pienso en las patrias de los patriotas y busco mi pasaporte
apresuradamente; me tranquiliza saber que lo tengo en un cajón, con la vigencia
oportuna. Respiro hondo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cada cual tiene una patria en la que verse reflejado: mi
patria son los médicos, un buen hospital, profesores, escuelas, funcionarios
eficaces, políticos honestos. Mi patria no excluye ni defrauda impuestos, ni se
lleva lo trincado a Suiza (benditos patriotas), sino salarios dignos, buena
educación. Mi patria es justicia, sin solemnidades
ni paradas militares, si acaso algún himno sin demasiado estruendo; patria en
forma de libros, amigos, palabras prestadas; mi patria es Machado, Cernuda,
Hernández; no olvido a Cervantes, ni a Espronceda. Mi patria, digo, y digo
bien, es levantar cada mañana una esperanza adormilada, el territorio de lo que
nos queda por saber y compartir. Mi patria no tiene verjas, ni devoluciones en
caliente, y sus fronteras tienden al infinito, como el resultado de algunos problemas matemáticos.
Quiero que esta patria sea conciencia, emoción, superación y vocación. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Vuelvo a mirar mi pasaporte, y dudo. "España", puede leerse en su cubierta. Y lamento el rosario de sinónimos, que podrían haberse impreso en ese documento: picaresca, corrupción, robo, hurto, holgazanería, vocerío
futbolístico, ignorancia, violencia, homofobia, catolicismo, telebasura, desprecio
a la ciencia y el conocimiento, envidia, cainismo, machismo, Semana Santa, vino
barato, chapuza, incivismo, vulgaridad, pobreza, incultura.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Habrá quien tenga demasiadas cosas que celebrar un día como
hoy, y más bien nada al día siguiente. Porque si como dicen los calendarios
oficiales hoy es día de la hispanidad, no sabemos muy bien qué será de nosotros
mañana: "el vano ayer engendrará un mañana vacío", dijo el poeta. Y
acertó, porque ese lugar vacío no deja de ser hoy, con sus festejos, himnos y
banderas. Y todavía veremos a los exaltados de lo hueco celebrar inmisericordes
la estafa de su patria inferior y acomplejada con la pomposidad cómica de las
caricaturas. Cada cual tiene una patria en la que verse reflejado, y hay
patrias de barro y patrias tan aceitosas como un churro, o sea, como la que
dicen que es nuestra, pero no mía. </div>
<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-61229245195419261082016-07-03T23:36:00.003+00:002016-07-03T23:56:56.688+00:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Una calle cualquiera</span></b><br />
<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-1YEMbPx320I/V3mjQszJqJI/AAAAAAAAAuw/UmScfvo7lfoXaetDWb2enlVkqJTuEgcgACLcB/s1600/fotoatardecer3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="282" src="https://1.bp.blogspot.com/-1YEMbPx320I/V3mjQszJqJI/AAAAAAAAAuw/UmScfvo7lfoXaetDWb2enlVkqJTuEgcgACLcB/s400/fotoatardecer3.jpg" width="400" /></a></div>
<b><br /></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
(foto: Á. Salces)</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Siento que el verano es una perspectiva, algo más que una estación del año o algunos días agrupados en los calendarios. Algo más que un calor sofocante que se pega en las aceras: una perspectiva y un puñado de recuerdos. Siempre el verano es una proyección de lo que vendrá, de lo que queda por hacer en un tiempo escaso, fugaz e irrecuperable de la vida. Un atardecer en una calle cualquiera de mi barrio, por ejemplo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mucho más allá de los inviernos, cada vez más cálidos, insospechadamente, el verano parece el brocal de un pozo al que te asomas sin ver el fondo, aunque sabes que su profundidad es limitada. Y entonces comienzan los proyectos: las lecturas pendientes, la novela que nunca terminas de escribir, el viaje que pasa como un sueño, las noches en las que los balcones de tu casa se abren al silencio de las calles adoquinadas mientras suena algo de música de fondo. Se devoran los días caniculares con la indiferencia con que los calendarios te devuelven las cifras que van desapareciendo sin decir adiós, es una despedida a la francesa; lo llamamos así nosotros, que representamos el arte de la buena educación. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Recuerdas los veranos de tu infancia, en sus lejanísimas y lentas siestas que hacían eterno julio. La edad modifica la percepción del tiempo; ahora tengo la urgencia de vivirlo, de no dejar que se escape entre las obligaciones cotidianas, entre las imposiciones de un cansancio ahorrado como un puñado de monedas mientras se trabaja desde septiembre, que amenaza como una enfermedad duradera e irreversible. </div>
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Es un territorio también: en el que memoria y futuro se me confunden inevitables, un territorio en que se van construyendo los grandes edificios de lo que somos, de lo que nos dejan ser y también de lo que seremos algún día. Más allá de los mapas, el verano es un brote reverdecido que viene del lejano barbecho de los inviernos. Por eso, el verano es más que un tiempo insinuado en los relojes; sin ellos las biografías quedan incompletas; sin ellos, perderían sentido las demás estaciones y, en definitiva, lo que somos, si nos negamos el derecho universal a la pereza, a la nostalgia o a no querer mirarse en el espejo de las mañanas en que se acude al trabajo, cuando el verano amenaza con su calor invivible pero breve como la belleza de un fruto maduro. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-55843378454179398842016-02-08T19:14:00.000+00:002016-02-09T00:05:37.343+00:00<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><b>AUTOBIOGRAFÍA - Burda manipulación.</b></span> </div>
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<a href="http://1.bp.blogspot.com/-gOYNuxEwcOo/VrjoNSPxF8I/AAAAAAAAAuU/u582l5s05vA/s1600/lorca.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="225" src="https://1.bp.blogspot.com/-gOYNuxEwcOo/VrjoNSPxF8I/AAAAAAAAAuU/u582l5s05vA/s400/lorca.jpg" width="400" /></a></div>
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El miedo forma parte de las vidas y no es un sentimiento vergonzoso; tener miedo es vivir también, aunque sea buscando una salida por la que huir. Y en eso consiste el ejercicio del poder, en instalar el miedo que nos provoque el silencio, que nos haga dar marcha atrás o borrar alguna línea en nuestra pantalla del ordenador. El miedo político es el comienzo del fascismo, el final de la democracia, el útero del cual no vamos a querer salir por temor a la vida. Y la vida no puede darnos miedo, aunque este forme parte de ella. </div>
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Pienso en Lorca, tirado en una cuneta, en el Miguel Hernández agónico en su última cárcel, en Bertol Brech contemplando en los periódicos las piras que han hecho con sus libros; pienso en Machado camino de su exilio, en Cernuda, en Buero Vallejo, retratando al poeta, en los dispares destierros de Unamuno y Alberti. En todos ellos se pone en marcha el mecanismo que une la política y la utilización torticera de la justicia. Propaganda que no es nada más que una burda manipulación al servicio del descrédito y lanzada a las bocas de los feroces descerebrados que repetirán lo que los periodistas al servicio de sus propias causas defenderán en los medios. Si nos prohíben la sátira lo que harán es poner a la libertad de expresión en el pelotón de fusilamiento. </div>
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La sátira duele, porque siempre tiene visos de realidad, venga de donde venga. Que la sátira sea dolorosa, pues, es lo mismo que decir que las verdades duelen. Y prueba de ello es el alka-eta, que ha puesto en prisión a dos titiriteros, porque una justicia títere del poder político así lo ha decidido. Ley mordaza, apaleamiento de homosexuales en Madrid, libertades garantizadas para corruptos millonarios, juicios justos para infantas que nunca saben nada y filomachistas blogueros manifestándose sin que el poder actúe contra ellos como se debe, no es nada más que una inmerecida patada más a nuestra desnutrida democracia, que pretende amedrentar a todo el que intente cuestionar el poder o ridiculizarlo. Hay que ser muy imbécil o creer que la ciudadanía lo es para abofetear al contrincante político aireando una sátira. Será un imbécil quien se lo crea. Y será imbécil quien siga sintiendo como propia una justicia que aún no ha tomado medidas contra la familia Pujol y sí contra dos titiriteros en la disidencia de lo políticamente correcto un día de carnaval. Supongo que medio Cádiz andará ahora haciendo cola ante las puertas de nuestros presidios por injurias con peluca y brillantina. </div>
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Este asunto es una burda manipulación, un ejercicio demagógico y pintoresco más de la España que ya no podrá ser nunca más de charanga (lo prohibirá la ley) ni de pandereta (prohibido molestar a los vecinos), sino la España sombría de los viejos autoritarismos que temen perder el poder que los ciudadanos ya han dejado de confiarles. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-27272596509276308162015-12-25T19:06:00.002+00:002015-12-25T19:07:08.865+00:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Otra ciudad, otro veinticinco</span></b><!--- fin codigo contadorweb.net---></div>
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<a href="http://1.bp.blogspot.com/-v-PuUNNdb6U/Vn2JV9su70I/AAAAAAAAAuA/PZKYAd4AQrY/s1600/1916348_1738108879751250_4446406562191450837_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="225" src="http://1.bp.blogspot.com/-v-PuUNNdb6U/Vn2JV9su70I/AAAAAAAAAuA/PZKYAd4AQrY/s400/1916348_1738108879751250_4446406562191450837_n.jpg" width="400" /></a></div>
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<span style="font-size: x-small;">(fotografía : archivo personal)</span></div>
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Estos días, convertido el mundo en un remanso de adormecidas conciencias que la televisión emite como un rosario de simplezas navideñas, conviene mirar hacia esos lugares que no vemos habitualmente, que no se resumen en los telediarios y que no aparecen en los anuncios de perfumes. La fotografía es de mi barrio. Existen en Madrid y en casi todas las ciudades, los lugares que solo les pertenecen a los de abajo: el extrarradio, el suburbio silencioso, el descampado hostil, los patios interiores, las viejas escombreras del progreso, que han ido dejando su restos del derribo a las afueras de las urbes. Nadie se preocupa de estos espacios tampoco en estas fechas, donde no abundan ni el cordero, ni las grandes firmas publicitarias llenando de letreros luminosos las aceras. La borrachera es de silencio, y los únicos papelillos plateados no son precisamente los vistosos envoltorios de regalos tecnológicos, sino los restos de la antigua heroína que diezmó familias e hizo peligrosos algunos barrios. </div>
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Bien mirado, este escenario es la costa amaltifana de Madrid, el otro lado de la verja melillense, la próspera Europa del Euro, de la Troika, de los preferentistas que lo perdieron todo jugando al capital y que tal vez pensaron un día que los escombros eran el abono de lo que sería la abundante siega de un futuro que nos prometieron digno y sosegado. Aquí Madrid impone sus límites, en lo que un tiempo atrás no tan lejano solo eran huertas y abrevaderos para el ganado. Se hicieron las viviendas de la que aspiraron que fuera clase media y apenas quedó en media clase. Los portales son estrechos, apenas hay ascensores, los balcones con cierres de tijerilla conservan los cristales color miel y las fachadas traseras suelen dar a tapias que encierran solares antiguos y abandonados.</div>
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Aquí está la radiografía del mundo que nos queda, cocinado con los restos que sobraron de la cena de anoche. Inhóspita, la realidad a veces se despliega como un mapa doblado en mil partes. Más allá de los anillos atestados de tráfico que bordean el centro de Madrid, otra ciudad se muestra con más silencio que protesta: inmigrantes rumanos, latinoamericanos y chinos han ido llenando el barrio de sus colores, de sus ruidosas manifestaciones festivas, y también de sus escasos salarios, que conviven en paz con las irrisorias pensiones de los abuelos que encontraron en los barrios a los que llegaron hace cincuenta años la trinchera contra el infortunio de sus propias biografías. </div>
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El fracaso escolar, el sueño capitalista de los muchachos sin estudios, los ritmos latinos y las televisiones planas sustituyeron la lucha vecinal y convirtieron la pobreza definitiva en el mejor inquilino de un barrio que, hoy, vive su particular y peor crisis, la de la conciencia, es decir, su decadencia invisible. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-14782665806106868962015-12-23T00:05:00.003+00:002015-12-23T00:12:18.572+00:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Las reconstrucciones</span></b></div>
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<a href="http://2.bp.blogspot.com/-qFhtqdFzABk/Vnneo4uNDOI/AAAAAAAAAtw/O7GqZd4Q-bg/s1600/RUR%2B140%2Broco.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="http://2.bp.blogspot.com/-qFhtqdFzABk/Vnneo4uNDOI/AAAAAAAAAtw/O7GqZd4Q-bg/s400/RUR%2B140%2Broco.jpg" width="400" /></a></div>
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Es posible también reconstruir las biografías. Se para el tiempo de repente, encuentras un puñado de días largos y soleados en invierno, y te das cuenta de que, sin quererlo, has empezado a reconstruirte poco a poco. Es posible que se deba a que has cambiado de paisaje o de compañeros cotidianos. Es posible también que uno comience a restañar las viejas heridas, o a observar las mañanas de un modo diferente. Y es entonces cuando comienza la reconstrucción. </div>
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<br /></div>
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Debe ser que han pasado muchos años desde que comencé a estar en el filo de una tristeza (parafraseo un poema que me viene de repente). Y la prosa fluye como una nueva savia que trepa desde las otras vidas ajenas que nunca antes había vivido. Me gusta esta sencillez de monte bajo, de plantas que echan raíces con una lentitud de invierno que no termina de llegar o de otoño; algo así veo desde la acristalada ventana de una biblioteca, desde el precipicio que un día me pareció desconocido y hoy amable como un fruto que madura al sol. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Produce vértigo pensar que las autobiografías dejan de escribirse porque hay quien se empeña en hacerte la vida circular. Y casi siempre las vidas tienden a ensancharse, a mirar cielos limpios, a levantar el mentón de sus recuerdos para saber por dónde no se ha de volver a pisar (vuelvo a parafrasear un poema que me viene de repente) y mirar sobre el horizonte lo venidero como un regalo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Hoy, primer día de unas vacaciones tranquilas, tengo que dar las gracias públicamente. A quien le interese. a quien ha ensanchado últimamente esta biografía dejándome dormir, haciendo ligeras las frías madrugadas del trabajo, reubicando en el trastero de los recuerdos la infamia y el acoso, la torpeza y el desasosiego que producía verse ante la nada agarrado con un empeño de obcecada frialdad. Rubrico con trazos de felicidad los últimos meses. Pero no soy yo, sino los demás quienes tengan que estampar su firma: quienes me hicieron grato lo anterior, y quienes se han propuesto hacerme grato el presente. Solo falta una banda sonora, y no me importa ponerle el título de una laica oración que se ofrece, también como agradecimiento a la vida, y no solo al amor. También la música ayuda en las reconstrucciones de las autobiografías. </div>
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<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><b>AUTOBIOGRAFÍA - Una tercera oportunidad</b>.</span></div>
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<a href="http://1.bp.blogspot.com/-Ho9AgAXnoWo/VYIH2XH5jdI/AAAAAAAAAr4/XXgROI8dm8g/s1600/Publication2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="335" src="http://1.bp.blogspot.com/-Ho9AgAXnoWo/VYIH2XH5jdI/AAAAAAAAAr4/XXgROI8dm8g/s400/Publication2.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
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Cuando apenas quedan algunas horas para que mi tercera novela, <i>Un hombre detrás de la lluvia</i>, pueda verse por las librerías, no puedo menos que pensar en el tiempo que ha pasado desde que comencé a escribirla. Siento un temor que va más allá de que le guste o no a los lectores, y que consiste básicamente en saber si sigo reconociéndome en ella. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al convertirse en libro una historia que ha salido del teclado de tu ordenador, deja de ser tuya por cuanto cada lector se apropia de ella. Y por cuanto todas las historias, insisto, nunca terminan de pertenecernos del todo. Ahora llega el momento de empezar a explicar qué es verdad y qué es mentira en esas páginas, y en qué proporción la ficción y la realidad se han ido entrelazando para construir con autenticidad esta narración que la <a href="http://www.algoneditores.es/">editorial Algón</a> ha convertido en libro, prestándome (como otros nos prestan sus propias historias) la oportunidad de que llegue a los lectores. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando descubro al personaje que da vida a la novela, llega hasta mí por puro azar. El viejo Oswaldo existe, su protagonista, y existe porque a través de él doy con la historia que él me cuenta para que yo dé forma de novela a su biografía. Él y yo somos, por tanto, protagonistas de este libro. Ambos nos movemos en los límites de la ficción porque escribimos los dos de nosotros mismos. Y a veces, los dos somos uno mismo: coexistimos en esa indefinición que suelen llamar imaginación. Cada uno a su modo siente que ocupa un espacio concreto en el mundo. Cada cual tiene su propia forma de comprenderlo y cada cual interpreta el papel que desempeña en las vidas que no nos pertenecen. </div>
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<br /></div>
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Siempre que escribo lo hago para reflexionar y para hacer reflexionar. Sonaría grandilocuente si dijera que escribo del poder, la libertad o el amor, intentando absurdamente teorizar sobre esos tres pilares de la existencia humana. Utilizo como excusa la historia convencional, la académica, pero no pretendo teorizar sobre esta tampoco. Cuento esta historia para hablar simplemente de cómo las vidas se sujetan a estos principios de amar, ejercer el poder y la libertad, intentando que entre estos se produzcan las tensiones necesarias para que el argumento resulte interesante. Las conclusiones deberían sacarlas los lectores con sus correspondientes implicaciones: los límites de la libertad, las fronteras de lo que es real y lo que es ficción y, como en mis anteriores novelas, averiguar qué es lo que crea las fricciones entre el individuo y la historia para que se libere la energía de la literatura.<br />
<br />
Queda poco para saber quién es este hombre que espera detrás de la lluvia. Y queda poco para saber a quién espera ese hombre. Todos esperamos algo sin saber muy bien qué es, como le ocurre al protagonista de esta novela. Y todos podemos ser también los esperados. Que Luis Quiñones, en esta ocasión, sea también el protagonista de mi propio relato, es anecdótico. Cualquiera puede ser yo mismo y cualquiera puede ser quien, queriéndolo o apenas sin darse cuenta, modifique el devenir de los acontecimientos estableciendo una fractura mínima, que pueda llegar a ser una paradoja en la infinita línea del tiempo. </div>
<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-22350831789811265262015-06-06T01:33:00.002+01:002015-06-06T15:38:31.031+01:00<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - "Un hombre detrás de la lluvia"</span></b><!--- fin codigo contadorweb.net---></div>
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<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/EM70NvfQBI0/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/EM70NvfQBI0?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
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Todos esperamos, a nuestro modo, detrás de la lluvia. Y una novela siempre es una espera. Cuando uno aguarda la publicación de un libro siente esa necesidad de contarlo, pero también una incertidumbre que es difícil de explicar. Hay algo ajeno en todo lo que se convierte en libro, es un regalo que sabes que es regalo porque no te pertenece. Cuando publicas una nueva novela sabes que hay algo efímero en ella, una especie de tiempo pasajero en la que no terminas nunca de reconocerte. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cuanto somos habita en los libros. Cuanto creemos ser, y por eso esta narración sobre las armas de la indefensión que siente cualquier escritor ante la historia que te supera, que va más allá de ti mismo y que va adquiriendo forma a medida que se va escribiendo, sin que tú mismo termines de controlar cuanto se dice en ella. A veces son los libros quienes nos escriben a nosotros en realidad. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Somos lo que son otros y cuanto otros han ido dejando en nuestras biografías. Por eso, cualquier historia es también algo en préstamo de las vidas que no nos pertenecen, y asomarnos a ellas es el hilo conductor de todo lo que se escribe en una novela. No sabría explicar nunca cómo se llega a una historia, y en este libro solo cuento cómo una historia llega a mí, cómo un personaje te va contando lo que tú quieres escribir cuando te das la tercera oportunidad de seguir escribiendo. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Es difícil, muy difícil, decir en algunas líneas lo que uno siente cuando sabe que un libro que tú has escrito poblará las estanterías de una librería y otros leerán y juzgarán lo que durante meses ha ido construyéndose en el fondo de tu imaginación, en la intimidad de tus noches en vela. Y en esa construcción es donde habitan los fantasmas del escritor, sus dudas, sus torpezas, sus inverosímiles historias que se van convirtiendo en verdad, para que sea la verdad misma quien te busque y te recuerde que estás en la necesidad de seguir llenando páginas con tus palabras, hilvanando situaciones, buscando subterfugios con que dar credibilidad a lo que inventas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y así, sin saber muy bien dónde empieza el mundo y dónde lo irreal de lo que has imaginado, quieres buscarte a ti mismo y a los demás. Y es entonces cuando te das cuenta de que todos esperamos algo que no sabemos qué es, como el protagonista de esta novela espera bajo la lluvia el momento incierto de tener una posibilidad solamente de construirse a sí mismo como algo más que una mera ficción. Siento que este es el comienzo de la literatura: un extraño encuentro con lo inefable. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Solo puedo dar las gracias a quienes ha conseguido hacer de este sueño una realidad, una realidad tangible que en apenas unos días tendrá la apariencia de libro, para que, una vez más, sean otros los que esperen conmigo bajo la lluvia. </div>
<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-72852704562024455942014-12-25T18:32:00.000+00:002015-01-01T02:38:19.741+00:00<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: red;">AUTOBIOGRAFÍA - Marzo invernal</span></b><br />
<b><span style="color: red;"><br /></span></b>
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</div>
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<a href="http://2.bp.blogspot.com/-iHQZE1vXt2c/VJxa39hdWAI/AAAAAAAAAq8/jsFtQxyGz1Y/s1600/Publication2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-iHQZE1vXt2c/VJxa39hdWAI/AAAAAAAAAq8/jsFtQxyGz1Y/s1600/Publication2.jpg" height="245" width="400" /></a></div>
<b><span style="color: red;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cómo escapar de una ciudad
asediada sin salir de ella es lo que siempre me pregunto en estas fechas de digestión
excesiva y estribillos monárquicos. Hay en la Corte un parque cuyo nombre le
hace más que justicia. Es bueno retirarse a él en estas fechas, pasear por el
limo blando y sedoso de las últimas hojas caídas y mirar hacia la desnudez de las ramas
más altas. El tiempo acompaña estos días en Madrid: una primavera fría y
adelantada, un silencio de siesta inédita en la ciudad más ruidosa del mundo. Y
así, entre los umbríos senderos sin gente ni mascotas, solo así, es posible
firmar un breve armisticio con la vida. </div>
<!--- fin codigo contadorweb.net---><br />
<div style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El descanso de estos días,
apartar los problemas cotidianos con el televisor apagado para evitar el
rosario de noticias sin sustancia y repetidas, es tan vivificador como un paseo
atardeciendo, mientras el aire en la cara te despeja del despropósito <i>led </i>que
las administraciones despilfarradoras y una ciudadanía cada vez más idiota
aplaude con cara de embeleso. Estos días no he entrado a El Corte Inglés, ni me
he hecho fotografías bajo los abetos eléctricos patrocinados, ni he
reivindicado la felicidad a la que cada año invitan perfumes y grandes almacenes,
marquesinas de autobús y galas televisivas. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Pero ni siquiera me he rebelado
contra eso. He pasado estos días sin la animadversación de otros años y he redactado mi
particular tratado de paz con el mundo y les he dejado hacer a quienes suscriben en estas fechas esa insulsa farándula vertiginosa de compras y empujones. He mirado
el cielo luminoso y blanquecino, el sol reverberando en el gris de las ramas
sin follaje, la bruma húmeda y escarchada cuando cae la tarde con una lentitud
de una respuesta que no se espera; me he sentado después a descansar en un banco
junto a un camino y he pensado en lo idiota y placentera que es la sensación de sentirse
apenas un rato fuera de las luchas cotidianas y de las obligaciones salariales.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y así, con un paseo en mi
bicicleta de segunda mano, decidí esperar, igual que el árbol hendido espera,
otro milagro, como decía el poeta, de la primavera, en este feliz marzo
invernal. Os deseo a todos una feliz naturaleza. </div>
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<div class="blogger-post-footer">blog personal</div>Luis Quiñones Cervanteshttp://www.blogger.com/profile/01847719663436703533noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8087370194465207826.post-68447862592680325642014-11-14T15:45:00.001+00:002014-11-14T15:47:08.858+00:00<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><b>AUTOBIOGRAFÍA: El azar y las medias vidas</b></span></div>
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<a href="http://4.bp.blogspot.com/-6_CfYmQ3OW8/VGYijuR9dWI/AAAAAAAAAqY/dB-M4sthOXY/s1600/images%2B(5).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-6_CfYmQ3OW8/VGYijuR9dWI/AAAAAAAAAqY/dB-M4sthOXY/s1600/images%2B(5).jpg" height="249" width="400" /></a></div>
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Cuando
se rozan ciertas edades, hay algo que ya por fin puedes decir: que conoces a
alguien desde hace más de una década, o que media vida llevas compartida con
ese alguien, que un día, como sin quererlo, cumple cuarenta años, sin que haya
parecido, paradójicamente, haber pasado el tiempo desde aquel momento ya
perdido en que lo conociste. <o:p></o:p></div>
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Quizás
el azar también tenga que ver con esto mismo, no con la memoria, sino con ese
devenir extraño al que estamos atados. Situaciones hay para cada encuentro, o para
cada vida: nadie podría haberme dicho nunca que un periódico sensacionalista,
cutre, corrupto y malintencionado podría depararme tanta amistad. Repito, es el
azar, y también las faltas de ortografía. De esas hablaré en otro momento. <o:p></o:p></div>
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Más
o menos así le ha ocurrido a mi amigo Mario: lo conocí en una redacción ya hará
quince años. Se marchó. Me marché. Nos marchamos con el buen sabor de boca de
habernos hecho amigos y de la que hoy es
su mujer. Y como si nada, la vida ha continuado con sus altibajos de fondo:
trabajos, estudios, charlas, café y después el mejor editorial de sus
biografías: o sea, la felicidad de su hijo, la continuidad en el tiempo y la
misión exploradora que sigue siendo la
vida. <o:p></o:p></div>
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Después
de otros cuarenta años, que no son pocos, sino los justos más o menos para
poder decir de alguien que lo conoces desde hace mucho, es curioso, pero tal
vez sigamos recordando el elemento azaroso que se entrometió en nuestra vida.
La fotografía que ilustra este post, en estos tiempos en que Marte está más
cerca de la Tierra, es solo un jeroglífico sencillo para evitar la publicidad
que pudiera hacerle a un medio de comunicación en tiempos tan confusos como los
que corren. De ellos, tenemos la fortuna de ser testigos. Era otra época, sí,
pero cuanto somos se la debemos a ella también, y lo agradezco. Estamos aquí
para contarlo. <o:p></o:p><br />
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(<i>A Mario, por su 40 cumpleaños)</i></div>
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